SALMOS 117
1 Alabad a Dios, naciones todas; pueblos todos, alabadle.
2 Porque ha engrandecido sobre nosotros su misericordia, y la fidelidad de Dios es para siempre. Aleluya..
Este salmo, el 117 hace parte de los denominados Salmos "Hallel", palabra que traducida al español quiere decir, salmos de alabanza, y comprenden del 113 al 118 y eran recitados en las principales fiestas de los judíos. El 117 y el 118 se cantaban después de la cena. Y Mateo 26:30 nos dice que fue cantado en la última cena, antes de que Jesús saliera hacia el huerto de los olivos.
Todos sabemos que este salmo no es solamente el más corto de todos sino el libro más corto de toda la biblia pero no por eso tiene poca importancia. De hecho, se considera el libro universal de alabanza al Señor.
A diferencia de muchos salmos y pasajes de la palabra de Dios, este salmo no pide ni espera recibir nada, sino que exhorta a todas las naciones a unirse en un canto de alabanza al Señor. La pregunta es: ¿Cuándo será eso? ¿Cuántas naciones cantarán al unísono la alabanza al Señor?. Las respuestas son claras: No sabemos cuándo, pero podemos pensar que todavía no es y en cuanto a cuántas naciones, por ahora, no todas. Por ello, debemos contar acerca de Él y su palabra para que el tiempo en el que todos a una sola voz entonemos cánticos de alabanza a nuestro Señor, se acorte.
Si, toda la tierra debe alabar al Señor porque independientemente de lo buenos o malos que seamos, si creemos en Él, será siempre fiel a nosotros y a todas las ovejas de su prado, porque su misericordia es para siempre. Su fidelidad es tal, que aquellos que en una ocasión recibieron al Señor en su corazón, aquellos hijos y descendientes de quienes recibieron al Señor, serán salvos, porque Él no vino a perder ni una sola de sus ovejas sino a recoger cada día más para llevarlas a la vida eterna.
Si algunos de nuestra casa, aunque hayan recibido al Señor, aparentemente se alejan, se olvidan de Él, no debemos preocuparnos porque también ellos son parte de su redil y tendrá su momento para atraerlos, llevarlos al desierto y hablarles al corazón. Y si no lo han recibido, igualmente ese no es nuestro problema; es asunto de Él, que nos prometió: Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo tú y tu casa. Así que con estar allí siempre, pegaditos de Él, ratificándole que ahí estamos y ahí permaneceremos, es suficiente. Aunque no lo veamos, está trabajando por nosotros.
Amado Señor te alabamos, te adoramos y queremos ser parte de la alabanza universal para ti, nuestro Dios, nuestro Señor y Salvador. Queremos ser parte de los elegidos por ti, queremos ser parte de tu rebaño y nos alienta el saber que no solamente seremos nosotros, de manera individual, sino que tu palabra dice que si creemos en ti, seremos salvos nosotros y nuestras casas. Bendito seas para siempre Señor, amén.