JUNIO 19

Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.

Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.

LA PALABRA DE DIOS

MATEO 20: 28

28 como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.

LUCAS 22: 27

27 Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve.

EFESIOS 4: 25 - 28, 32

25 Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros.

26 Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo,

27 ni deis lugar al diablo.

28 El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad.

32 Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.

1 TIMOTEO 6: 17

17 A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos.

REFLEXIÓN

Ser hijo de Dios tiene unas connotaciones muy importantes que nos obligan a comportarnos con amor. De hecho, esa es la naturaleza de nuestro Padre y eso fue lo que el señor Jesús vino a mostrarnos. 

Tendemos a dejarnos deslumbrar por el poder, el dinero, las posiciones sociales o laborales y a adoptar conductas que se alejan completamente de su amor. El poder terrenal es falso porque aunque parezca que da privilegios, es una trampa que nos separa del amor de Dios. El dinero nos induce a creer que todo lo podemos si contamos con él. La pregunta es: ¿nos garantiza la salud, el bienestar  y el amor? Ah! y ¿Si tenemos una posición social que nos permita codearnos con lo mas granado de la sociedad, eso nos dará la felicidad?  Y,  ¿Si gobernamos en lo laboral o en el servicio público, seremos diferentes? La respuesta a todo eso es, no. Un no rotundo.

El Señor Jesús en varios pasajes nos exhorta a reflexionar y a tomar posturas de amor, de servicio, de generosidad y tolerancia. Él, el mayor de todos, el hijo del creador y dueño del universo, vino a servir, a mostrarnos cuál debe ser nuestra conducta. Vino a enseñarnos acerca de la mansedumbre, la humildad y a darnos la mayor prueba de amor; a entregar su vida por nosotros. Vino a enseñarnos a perdonar y a convivir con nuestro prójimo.

En resumen, Dios y su hijo, los todopoderosos, nos mandan a ser conscientes de que el verdadero poder  radica en el amor. Timoteo, nos dice que debemos dejar la altivez, el amor a las riquezas y que así como nuestro Padre nos da abundantemente, demos a quien lo necesita, considerándolo como un igual a nosotros que nos da la oportuniad de mostrar en nuestra actitud el rostro de Jesús.

Amado Padre, sabemos que el poder es una ilusión que nos aparta de ti. Por ello, queremos pedirte que nos mantengas en el amor, que nos regales el don de ser mansos, amistosos y generosos. Gracias, porque sin ti nada de lo que somos podría ser y nuestra vida no tendría sentido aunque tuviéramos todo el oro y el poder del mundo. Te adoramos y oramos en el nombre de Jesús, amén.