DEUTERONOMIO 7:9
Conoce, pues, que el Señor tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones
SALMOS 33:4
Porque recta es la palabra de Dios, Y toda su obra es hecha con fidelidad.
SALMOS 36:5
Señor, hasta los cielos llega tu misericordia, Y tu fidelidad alcanza hasta las nubes.
2 TIMOTEO 2:13
Si fuéremos infieles, él permanece fiel; El no puede negarse a sí mismo.
2 TESALONICENSES 3:3
3 Pero fiel es el Señor, que os afirmará y guardará del mal.
1 JUAN 1:9
9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
Una de las más maravillosas cualidades del Señor es su fidelidad. A diferencia de nosotros, Dios es inmutable. El dice y su palabra es confiable. Sus promesas como dice la palabra son en el sí y en el amén. Sus pactos son para siempre. Prueba de ello son los diferentes pasajes de la Palabra donde muestra a un Dios fiel, con los que lo aman y guardan sus mandamientos.
Su fidelidad trasciende nuestra vida y nuestros pecados. Muy pocas personas pueden llamarse fieles en el estricto sentido de la palabra. Cada uno de nosotros, allá en lo secreto, mirando el fondo de nuestro corazón podemos evaluar la dimensión de la fidelidad hacia Él. Creo, sin temor a equivocarme que nos movemos en dos aguas, dependiendo del estado de nuestra vida, de nuestras penas y alegrías, de nuestras necesidades, de nuestros deseos. Tenemos dudas, diferentes momentos de sequía, de paso por desiertos, de alejamiento, decepción frustración, en fin. La pregunta es ¿Somos realmente fieles en esos momentos? ¿Somos transparentes para Dios?, ¿Puede ver a través de nosotros nuestro corazón, y conocer nuestros pensamientos con la tranquilidad de que comprobará la fidelidad inmutable hacia Él?
Sin embargo, Dios permanece fiel y como lo expresa Timoteo, "Si fuéremos infieles, él permanece fiel; El no puede negarse a sí mismo". A pesar de nosotros mismos, si hemos declarado que somos suyos, si le hemos entregado nuestras vidas, podemos vivir tranquilos porque su fidelidad nos ha alcanzado y así será para siempre.
Por eso, la mejor decisión que podemos tomar es arrepentirnos de nuestros pecados, recostarnos en Él y su misericordia y tener la certeza de que como dice 1 Juan 1:9 "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad".
Amado Padre celestial queremos darte gracias por tu fidelidad. Cuando reflexionamos acerca de nuestras actitudes tenemos que pedirte nos perdones porque cada vez que pecamos estamos siendo infieles a tu amor, pero nos consuela el saber de tu inmutabilidad. Gracias porque siempre nos perdonas y nos das el apoyo que necesitamos para que nuestro arrepentimiento vaya seguido de la firme decisión de no volver a pecar. Te adoramos Señor y te pedimos que jamás nos abandones porque sin ti estaríamos perdidos. Te lo pedimos en el nombre de Jesús, amen.