DICIEMBRE 15

LA PALABRA DE DIOS


ISAÍAS 7: 14


Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.


ISAÍAS 9: 6 


Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.



MIQUEAS 5: 2

Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad.


REFLEXIÓN


Dios, en su infinito amor y misericordia, prometió enviar un Mesías para salvar al pueblo de Israel y restablecer la relación con Él. Este cumplimiento profético fue anunciado en los libros de Isaías y Miqueas, con la promesa de un redentor que traería esperanza y salvación a aquellos que creyeran en Él.

Su venida no solo demostró la fidelidad de Dios a su palabra, sino que también reveló la profunda extensión de su amor por la humanidad, mostrando que ningún vínculo roto está más allá de su poderoso poder de restauración.


La llegada de Jesús como el mesías prometido no solo cumplió las profecías antiguas, sino que también señaló el comienzo de una nueva era de gracia y salvación para aquellos que lo aceptan. La presencia de Jesús en nuestras vidas es un recordatorio constante del amor divino que nos busca, nos perdona y nos invita a una relación transformadora con nuestro Creador. En Jesucristo encontramos la plenitud de la promesa de redención, manifestando la magnificencia de Dios y su deseo eterno de restaurar a la humanidad a su presencia.


Amado Padre, gracias por tu infinito amor. Gracias por tu fidelidad y sobre todo gracias porque te ocupas de cada uno de nosotros. Por favor no nos dejes jamás. Oramos en el nombre de tu hijo, Jesús, amén.

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