ISAÍAS 43:2-5
2 Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti.
3 Porque yo el Señor, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador; a Egipto he dado por tu rescate, a Etiopía y a Seba por ti.
4 Porque a mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable, y yo te amé; daré, pues, hombres por ti, y naciones por tu vida.
5 No temas, porque yo estoy contigo; del oriente traeré tu generación, y del occidente te recogeré.
La vida trae consigo una serie de altibajos, una serie de momentos de gran felicidad, pero también momentos de lucha, de tristeza, de pérdidas. Esos momentos nos hacen sentir desfallecer, sentir la soledad y la necesidad de apoyarnos en alguien que nos soporte y acompañe y más que eso, que nos muestre que existe una luz, allá en el final del camino y nos muestre el oásis cuando estamos en el desierto. Digamos que esos momentos son el resultado de nuestras decisiones, del comienzo y el fin de la vida de los que amamos y los momentos a que nos aboca el entorno.
Además, también a veces tenemos tormentas, terribles tormentas que nos tiran al suelo y aunque parezca mentira, son el preludio de nuestro avance espiritual. De cada tormenta salimos victoriosos y fortalecidos si el Señor la ha permitido para nosotros y nuestro bien. Este es otro tipo de situaciones en las que puede que no tengamos ninguna injerencia, sino que de pronto aparecen y nos golpean.
La noticia es que para los dos tipos de situaciones que debemos vivir, el Señor nos da promesas:
"Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán". Esas aguas representan las situaciones en que nos sentimos ahogados, contra la pared, cuando no encontramos soluciones en nuestra vida. No importa la intensidad de las aguas que nos ataquen y no importa si están estancadas como un lago o si son corrientosas. En ambos casos tenemos la promesa del Señor de que no nos ahogarán. La condición? Solo ser sus hijos.
Ahora bien, si tenemos problemas que nos confrontan, bien sea con nosotros mismos como con otras personas, si nos atacan, si tenemos dificultades, también el Señor tiene para nosotros su promesa: "Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti, porque yo el Señor, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador"
Dios nuestro Padre amoroso nos mira como seres muy valiosos, Él nos ama y libra las batallas por nosotros y por nuestras generaciones. Solo tenemos que ponernos frente a Él y decirle: Señor, sólo Tú puedes. Somos incapaces y nos sentimos impotentes frente a las adversidades, pero sabemos que resguardados en Tí saldremos victoriosos.
Padre santo, muchas gracias porque sin merecerlo, a pesar de nuestros pecados, basta con que tratemos de ser como tu quieres, para que nos tengas en el hueco de tu mano. Gracias porque no tenemos que temer de nada, porque siempre estás con nosotros y nos guardas. Te adoramos Señor y oramos en el nombre de Jesús, amén.
Roderick
10.12.2019 19:54
Me encantó. Muy Bonita reflexión. Llego en el momento indicado. Gracias a Dios por tu vida.