MARZO 29
LUCAS 16:19-23
19 Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez.
20 Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas,
21 y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas.
22 Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado.
23 Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno.
¿Cuál es el verdadero valor del dinero, cuál es el valor del poder, para qué nos sirve ser exitosos laboralmente? Esta reflexión puede hacerse en dos planos:
En el plano material, estamos viviendo una situación excepcional que nos ha tenido encerrados, literalmente encerrados en nuestras casas. ¿La razón? Un microorganismo muy muy pequeño, que no se reproduce sino que se replica como una fotocopia ha puesto en jaque al mundo entero infectando a cientos de millones de personas, matando a millones y continúa tan rampante sin que la ciencia pueda hacer nada diferente a guardar a la población buscando ganar tiempo. Y en este caso, ninguno: rico, pobre, poderoso, exitoso, etc, se ha librado de esta amenaza.
En el plano espiritual el asunto no es muy diferente. De hecho, adagios de la sabiduría popular dicen cosas como que "uno se muere, nada se lleva" que nos muestran que de nada sirve para la otra vida lo que acá hayamos conseguido.
Lucas en este pasaje nos da un claro ejemplo de ello con el caso del rico que vivía espléndidamente y Lázaro un pobre hombre enfermo, sin un céntimo que comía las migajas que salían de la casa del rico y a quien los animales lamían sus llagas. Cuenta Lucas que ambos murieron, y al contrario de lo que pudiera esperarse, el rico fue al infierno y el pobre al cielo.
La reflexión está en torno a la importancia que para Dios tiene la persona como tal, sin importar nada material. Por ello, nuestro paso por este mundo debe ser de la mano de Dios para que cuando nos corresponda ir a la otra vida, como a Lázaro, el Señor nos reciba en su seno y no tengamos que ir al Hades pensando que por ser poderosos o ricos, tendremos un lugar reservado en el cielo.
Amado padre celestial, este pasaje nos muestra claramente lo que para ti es importante. Tu palabra dice en Mateo 8:36-37: "Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Nosotros Señor, no queremos perder el alma y entendemos que el mundo no es lo primero. Por ello, te suplicamos humildemente que no nos alejes de ti. Enséñanos a ponderar, como lo primero, tu presencia en nuestras vidas . Te agradecemos Señor porque nos dejas estar frente a ti y sentir tu amor y protección. Te adoramos Señor en el nombre de tu hijo Jesús, amén.