JUNIO 8

Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro?  Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra.

Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra.

LA PALABRA DE DIOS

SALMOS 27: 1

Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?

SALMOS 121: 1 - 8

1Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro?

2 Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra.

3 No dará tu pie al resbaladero, Ni se dormirá el que te guarda.

4 He aquí, no se adormecerá ni dormirá El que guarda a Israel.

5 Jehová es tu guardador; Jehová es tu sombra a tu mano derecha.

6 El sol no te fatigará de día, Ni la luna de noche.

7 Jehová te guardará de todo mal; Él guardará tu alma.

8 Jehová guardará tu salida y tu entrada Desde ahora y para siempre.

REFLEXIÓN

El diario vivir nos trae frecuentemente situaciones que nos ponen contra la pared. Corren vientos de guerra, por decirlo de alguna manera, nos sentimos desestabilizados y pedimos al Señor nos ilumine para actuar de la mejor manera. A pesar de nuestra fe, el temor se agazapa y no se aleja de nosotros. 

De pronto, sin entender mucho de qué manera, comenzamos a tener claridad acerca de lo que debemos hacer, y sentimos tranquilidad. Cuando se trata de situaciones personales es necesario confrontarlas y con ese nuevo sentimiento nos damos ánimo y sacamos fuerzas para ponernos de frente a las circunstancias que nos agobian.

¿De dónde vendrá mi socorro? La palabra es muy clara en el Salmo 121 y la repuesta es solo una. Del Señor, el creador de todo lo que existe, el dueño de todo, que además es nuestro padre, gracias al  sacrificio de su hijo el señor Jesús. Efectivamente, sentimos la presencia de Dios cuando tenemos las respuestas más inesperadas. Entendemos que si no fuera por Él nuestra vida sería diferente. No puede ser de otra manera. Nos guarda de todo mal siempre. 

Después de momentos de incertidumbre, nuestro Señor, nuestro guardador, sale en nuestro socorro y pone a nuestro favor las circunstancias, demostrándonos que no debemos temer y debemos tener presente que Él es  la fortaleza de nuestras  vidas, que guardará siempre nuestra salida y nuestra entrada desde ahora y para siempre.

Amado Señor, muchas gracias porque sentimos plenamente tu amor y cuidado. Gracias porque siempre estás ahí para actuar en el momento justo y nos muestras con hechos quién eres. Gracias porque nos haces reflexionar acerca de la confianza que debemos tener en ti. Te adoramos y oramos en el nombre de Jesús, amén.