JULIO 2

Señor Dios mío, A ti clamé, y me sanaste.

Señor Dios mío, A ti clamé, y me sanaste.

LA PALABRA DE DIOS

SALMOS 30: 2

Señor Dios mío, A ti clamé, y me sanaste.

SALMOS 34: 17 - 18

17 Claman los justos, y Dios oye, Y los libra de todas sus angustias.

18 Cercano está el Señor a los quebrantados de corazón; Y salva a los contritos de espíritu.

ROMANOS 4: 19 - 21

19 Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara.

20 Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios,

21 plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido

MATEO 6: 31 - 34

31 No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?

32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.

33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.

34 Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.

REFLEXIÓN

Somos hijos de Dios y como tales podemos estar seguros de su amor y bondad. Él, la personificación del amor está allí siempre con nosotros para darnos el respaldo que necesitamos, para acompañarnos en los momentos difíciles y para obrar a nuestro favor conforme a ese plan perfecto que tiene para nuestras vidas.

En eso pensaba cuando recibí la llamada de una amiga del trabajo, así que  supuse que era para hacerme una propuesta. No, mi amiga estaba triste y decepcionada porque en contra de lo que esperaba, su jefe le había pedido la renuncia y la había trasladado a un cargo de menor rango. Ella se había caracterizado por ser una excelente funcionaria, de manera que se sintió matratada. Además acababa de perder a su mamá. 

Qué difícil es enfrentar situaciones como la anterior, cuando todo se viene abajo, cuando no nos podemos dar una explicación razonable acerca de los hechos. Tendemos a pensar: ¿Por qué yo? ¿Por qué a mi? No tengo la respuesta, pero si recuerdo inmediatamente que nuestro padre, es padre amoroso que no nos abandona nunca. Él nos da lo que requerimos conforme a su plan para nuestras vidas. Es posible que no lo entendamos, pero así es. Su palabra lo dice. 

Nuestra medida de fe se ve confrontada cuando tenemos situaciones adversas, pero como dice el salmista: "Señor Dios mío, A ti clamé, y me sanaste. Claman los justos, y Dios oye, y los libra de todas sus angustias", puedo decir con certeza, que así es. De maneras que no entendemos el actúa a nuestro favor, y como dice una hermosa canción de alabanza, nos lleva más allá de lo soñado.

El llamado entonces es a mantenernos en la fe, tal como lo hizo Abraham quien no dejó de glorificar al Señor por la promesa que le había dado de descendencia, cuando era físicamente imposible que tuviera hijos. También es, a recordar el amor de Dios para cada uno de nosotros y su misericordia, tal como lo dice Romanos. Por nada debemos afanarnos, Él cuida de nosotros y cada día lo hará, hasta en el día de nuestra partida para la morada eterna donde seguirá velando por nuestra felicidad.

Amado Señor, gracias por tu amor. Gracias por estar siempre ahí cuidando nuestra vida y dándonos lo mejor; gracias por permitirnos entender que a pesar de que creamos que no nos escuchas, siempre lo haces y tienes para nosotros el mejor plan. Regálanos por favor la fuerza para permanecer en ti. Te adoramos y oramos en el nombre de Jesús, amén.