MATEO 6:1-4
1 Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.
2 Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.
3 Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha,
4 para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
¡Se siente tan bien cuando damos y nos agradecen! Quizás pensamos que somos muy buenos y nos da un poco de desasosiego cuando no nos identifican como los benefactores. Pero así no debe ser. Si revisamos la biblia encontramos algunas pistas que nos indican cómo debemos actuar frente a la necesidad de otros. Lucas 6:30 dice "A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva". Y también lo dice Mateo 6:3: "Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha".
Por eso, cuando de ayudar, cuando de dar a quien lo necesita se trata, lo mejor es el anonimato. Ayudar a aquellas personas que nunca nos volverán a ver, hacer sentir felices a aquellos que no nos conocen ni nos conocerán, que solo tendrán el recuerdo del amor de Dios en sus vidas a través de pequeñas cosas que hemos hecho de incógnito es el mejor sistema de dar, el que más satisfacción produce. Es el que nos deja un calorcito y ganas de mantener nuestra intimidad con Dios.
No siempre es posible mantener el anonimato, pero cuando eso suceda, restémosle importancia a nuestro acto de dar para que no nos sintamos demasiado buenos y de pronto caigamos en esa trampa. No debemos alardear de lo que damos porque nuestra recompensa no debe ser terrenal sino que Dios nuestro padre es quien nos recompensa cuando actuamos para Él.
Y cuanto más necesitemos, demos más, Dios nos recompensa, jamás nos dejará en vergüenza y de una manera extraña, sin pensarlo, sin esperarlo y sin justificaciones aparentes, recibiremos la cosecha de nuestra siembra, porque si echamos nuestro pan al agua, retornará a nosotros en el momento apropiado.
Padre santo, gracias por estas palabras. Gracias por enseñarnos la manera en que debemos dar a quien lo necesita. No importa cuánto requiramos, cuántos sean nuestros ingresos, permítenos dar y dar sin medida, aún exponiéndonos a ser tildados de bobos, exponiéndonos a que nos retiren la palabra por dar sin esperar nada a cambio. Porque Señor sabemos que tu eres quien nos da esa recompensa que nos permite vivir sin afugias económicas y tener lo que necesitamos siempre para vivir comodamente, para descansar, para que nos alcance lo que nos ingresa y sobre todo, para vivir de acuerdo con tu voluntad. Gracias Dios en el nombre de tu hijo Jesús, amén.