SEPTIEMBRE 17
ROMANOS 8: 38 - 39
38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,
39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
JUAN 16: 33
Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.
¿Quién puede decir que ha pasado por la vida sin problemas? Estoy segura que nadie. Desde el momento del nacimiento nos vemos enfrentados a situaciones de orden interno o externo que nos afligen y como creyentes en el Señor, nos preguntamos, dónde está Dios que ha permitido que nos veamos enfrentados a esas situaciones.
Sin embargo, Él está siempre ahí con nosotros acompañándonos y actuando de la mejor manera y en el momento justo. Debemos por lo tanto estar atentos para que reconozcamos su actuación en nuestras vidas. Creo que cada uno de nosotros puede identificar por lo menos un episodio de nuestra vida en el que fue contundente y clara la intervención de Dios. Ese es nuestro amado Padre.
Las promesas de Dios son en el sí y en el amén, dice la palabra y una muy clara es la que nos da en Juan: "Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo". El Señor Jesús quien estuvo en este mundo reconoce que en nuestra vida tendremos aflicción, pero seguidamente nos insta a estar con Él, quien venció todo lo humanamente posible y hará lo necesario para que nosotros lo venzamos con Él.
Amado Padre, con Pablo declaramos que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. Queremos estar siempre a tu lado, recostados en tu regazo y con la certeza de que cualquier situación nos servirá para bien porque así nos lo has prometido. Gracias Señor por tu amor y protección. Te adoramos en el nombre de Jesús, amén.