NOVIEMBRE 23
MIQUEAS 7:18-20
18 ¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia.
19 El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados.
20 Cumplirás la verdad a Jacob, y a Abraham la misericordia, que juraste a nuestros padres desde tiempos antiguos.
Miqueas Fue un profeta que escribió un libro corto pero con un significado muy importante porque nos muestra cualidades de Dios. Humildemente se postraba ante Él y le confesaba sus pecados con arrepentimiento y además pedía perdón por los pecados del pueblo.
En estos cortos versículos nos recuerda que no hay ningún Dios como el nuestro, un Dios amoroso y misericordioso que aunque sabe que somos pecadores y que con facilidad nos apartamos, nos tiene paciencia, es compasivo, nos perdona los pecados y lo más importante, los olvida. Esta es la diferencia con nosotros. Aparentemente perdonamos, pero lo común es que no olvidemos. En cambio el Señor, dice su palabra en el versículo 19, " El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados".
Una y otra vez nos perdona y sepulta nuestros pecados. Y así como al hijo pródigo cuando regresó a su casa, el padre dijo a sus siervos: "Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado", Dios nos recibe después de haber salido del desierto que provoca nuestro pecado, con alborozo. El Señor Jesús así lo expresó en Lucas 5:32, "No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento".
Y esa misericordia y amor para con nosotros es inmutable. Dios siempre estará allí desde siempre y para siempre, tal como lo juró a Abraham y a Jacob, por los siglos, desde los tiempos antiguos.
Amado padre celestial, es difícil expresar nuestro sentimiento de gratitud con palabras; somos pecadores y aunque nos esforcemos, muchas veces recaemos. Sin embargo, Tú nos tienes paciencia y en tu misericordia infinita nos perdonas una y otra vez y además olvidas lo malo que hemos hecho. No hay condición para ello, diferente a que nos acerquemos a Ti arrepentidos, genuinamemte arrepentidos, adoloridos por haberte fallado, con la firme resolución de no volver a pecar. Gracias Padre, por poner en nosotros el querer como el hacer por tu buena voluntad, porque tu palabra así lo dice en Filipenses 2:13. Te adoramos Señor y oramos en el nombre de Jesús, amén.