MARZO 19
LUCAS 6:35
Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos.
GÁLATAS 5:22
Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe
EFESIOS 4: 32
Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.
ROMANOS 2: 4
O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?
COLOSENSES 3:12
Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia
HEBREOS 13:5
... No te desampararé, ni te dejaré
Según la Real Academia de la Lengua, la palabra benignidad tiene dos acepciones que se pueden aplicar a esta reflexión:
1. Afable, benévolo, piadoso.
2. Templado, suave, apacible.
Desde la óptica espiritual, el significado bíblico de Benignidad está intimamente relacionado con la bondad. Pero también está relacionado con aquellos valores que consideramos buenos de imitar : como la paciencia, la generosidad, etc.
Así las cosas, la benignidad debería ser una cualidad de todos los hijos de Dios. De hecho es un fruto del Espíritu y así lo expresa Pablo en la carta a los Gálatas capítulo 5 verso 22. Sin embargo, debemos cultivar ese fruto y hacerlo realidad en nuestras vidas, para que cuando nos relacionemos con otras personas seamos agradables, atentos, serviciales, en fin, para que reflejemos en lo posible el amor de Dios.
El Señor nos manda a amar a todos, a dar sin medida, a ser pacientes y tolerantes, a ser misericordiosos y a perdonarnos. Porque si Él es benigno con los malos, nos está dando el ejemplo claro de cómo debemos actuar frente a los demás. El resultado de todo nuestro esfuerzo por acrecentar ese fruto que el Espíritu Santo nos regaló cuando entró a morar en nuestros corazones, es que en nosotros se cumpla su palabra.
Si nos tratan con aspereza, si nos acusan injustamente, si nos atemorizan, nuestra benignidad hará la tarea de defendernos porque frente a la bondad y la amabilidad no hay arma que prospere. Quien es displicente o grosero, al final se siente mal y allá en sus momentos de soledad su corazón implacablemente le hará sentir la culpa de sus actitudes. Y de todas maneras, para nosostros sus hijos el Señor nos da la mejor palabra: "No te desampararé, ni te dejaré".
Amado Señor queremos ser benignos. Queremos acrecentar ese maravilloso fruto que nos regalaste y mostrar en nosotros tu amor. Por favor Señor enséñanos a dar amor y amabilidad a todos. Entendemos que a pesar de nosotros mismos, tenemos tu palabra de que no nos dejarás ni nos desampararás, de manera que podemos vivir tranquilos y confiados en ti reflejando tu amor y fortalenciendo nuestra benignidad. Te adoramos Señor, amén.