MARCOS 9: 14 - 27
14 Cuando llegó a donde estaban los discípulos, vio una gran multitud alrededor de ellos, y escribas que disputaban con ellos.
15 Y en seguida toda la gente, viéndole, se asombró, y corriendo a él, le saludaron.
16 Él les preguntó: ¿Qué disputáis con ellos?
17 Y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti a mi hijo, que tiene un espíritu mudo,
18 el cual, dondequiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando; y dije a tus discípulos que lo echasen fuera, y no pudieron.
19 Y respondiendo él, les dijo: ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo.
20 Y se lo trajeron; y cuando el espíritu vio a Jesús, sacudió con violencia al muchacho, quien cayendo en tierra se revolcaba, echando espumarajos.
21 Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde niño.
22 Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle; pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos.
23 Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible.
24 E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad.
25 Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él.
26 Entonces el espíritu, clamando y sacudiéndole con violencia, salió; y él quedó como muerto, de modo que muchos decían: Está muerto.
27 Pero Jesús, tomándole de la mano, le enderezó; y se levantó.
¿Cuántos de nosotros hemos librado una batalla espiritual debido a que nuestras necesidades, razonables y de alguna manera urgentes no se solucionan? Nos hacemos la pregunta de si estamos pidiendo mal, como dice Santiago, o si el Señor no está interesado en nosotros. Es posible que la desesperación nos embargue porque después de haber agotado todos nuestros recursos materiales y espirituales, no logramos solucionar esa necesidad. Además. siempre hay a nuestro alrededor personas opinando y agregando más incertidumbre, impotencia y hasta temor por el resultado final de nuestra necesidad.
Encontré la respuesta en Marcos en el pasaje que hace relación a un deseperado padre que habiendo agotado todos sus recursos no encontró solución al terrible problema de su hijo, quien estaba poseido por un espíritu inmundo. Todos habían opinado, cada uno daba su remedio, y nada sucedía. Hasta los discípulos del Señor habían tratado de sanarlo sin resultado alguno. Como último recurso y un poco "casualmente" entró en escena Jesús y un poco molesto por la incredulidad que observaba allí, confrontó al padre acerca de su fe. Él sabía la medida de fe que tenía ese hombre, pero quizás quiso hacerlo consciente de la necesidad de creer y de reconocer la necesidad de su intervención en la solución de su problema y de acrecentar su fe. La respuesta del Señor, no se hizo esperar. Sacó el espíritu inmundo del muchacho.
En nuestra vida diaria, tenemos problemas de toda índole, pero también tenemos un Dios bondadoso y misericordioso que nos ama y tiene, como no me cansaré de repetir, un plan perfecto para nuestra vida. El plan que al final se revelará como eso. En el momento adecuado, tendremos el resultado de nuestra petición que puede ser lo que esperamos o lo que debe ser según nuestro amado Padre. El llamado entonces es a contarle nuestras situaciones sin tapujos, reconocer nuestra escasa fe, a implorar porque aumente esa medida y tenga misericordia de nosotros, aceptando su voluntad y declarándole nuestro amor.
Amado Padre celestial, todos, sin excepción tenemos qué pedirte. Sabemos que si fueras una persona como nosotros te verías rebosado por tantas demandas, pero tambien sabemos que para ti lo grande es infinitesimal. Por favor no nos olvides, no nos sueltes de tu mano y enséñanos a aceptar y esperar tu voluntad en todos los casos. Sabemos que al final entenderemos que todo lo que nos ocurre es para nuestro bien. Te adoramos y oramos en el nombre de Jesús, amén.