NOVIEMBRE 17

Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente.

Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente.

LA PALABRA DE DIOS

SALMOS 51:8

Hazme oír gozo y alegría, y se recrearán los huesos que has abatido.

SALMOS 51:11-12

11 No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu.

12 Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente.

SALMOS 51:15-17

15 Señor, abre mis labios, y publicará mi boca tu alabanza.

16 Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; no quieres holocausto.

17 Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.

18 Haz bien con tu benevolencia a Sion; edifica los muros de Jerusalén.

19 Entonces te agradarán los sacrificios de justicia, el holocausto u ofrenda del todo quemada; entonces ofrecerán becerros sobre tu altar.

REFLEXIÓN

Vivir es pasar diariamente por circunstncias y hechos que nos marcan y moldean para siempre. Cuando amanece y nos levantamos ni siquiera podemos imaginar lo que ocurrirá. La muerte llega de modo impredecible y frente a ella, nada podemos hacer. Nuestros seres queridos se van sin previo aviso y nos dejan el vacío de su presencia. Entonces, ¿qué nos sostiene? ¿qué nos permite, frente al dolor de las pérdidas, continuar nuestro camino? La respuesta es solo una. Dios.

Acabo de pasar por uno de esos momentos y aunque me he sentido devastada, no he olvidado que, y no es un cliché, los planes de Dios son perfectos. He tratado de mirar los diferentes escenarios posteriores y definitivamente no tengo otra expresión que darle las gracias a mi Señor por la manera en que se presentaron las cosas. Lloro y agradezco, acepto su voluntad y recuerdo con dolor, pero por encima de todo, lo adoro y alabo desde el fondo de mi corazón.

Los salmos son la expresión por  excelencia de la bondad del Señor y en nuestros momentos de necesidad o tristeza, nos entrega la voz de nuestro amado Padre y nos recuerda la necesidad de estar siempre allí, con Él, dándole nuestro sacrificio de alabanza, con la certeza de que oirá nuestra voz y cambiará nuestro lamento en gozo.

Amado Padre celestial, gracias por manifestar tu amor a nosotros aun en los peores momentos de nuestra vida. Gracias por comprender nuestra debilidad y acompañarnos y sustentarnos en todos los hechos de nuestra existencia. Te pedimos Señor que nos permitas estar siempre a tu lado porque sabemos que solo ahí podemos estar seguros y en paz en medio de cualquier tormenta que llegue a nuestras vidas. Te adoramos y oramos en el nombre de Jesús, amén.