DICIEMBRE 23

Mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.

Mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.

LA PALABRA DE DIOS

LUCAS 1: 46 - 49

46 Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor;

47 Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.

48 Porque ha mirado la bajeza de su sierva; Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones.

49 Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso.

REFLEXIÓN

Retomo este pasaje bíblico, dada la importancia del hecho para toda la humanidad. María, una jovencita próxima a casarse, es la protagonista.


¿Alguna vez ha sentido mariposas en el estómago y no ha tenido cerca con quién compartir sus sentimientos? Bueno, eso es lo que imagino sentía María después de que el ángel le anunciara que sería la madre de Dios y ella aceptara. María, seguramente fue donde su prima a contarle lo que tenía en su corazón y grande debió ser su sorpresa cuando al verla, Elizabet le dirigió estas palabras: "Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre",  reconociendo que el hijo de Dios se estaba gestando en su seno.

La respuesta de María no pudo ser otra. Su espíritu se regocijó e hizo una hermosa oración de adoración a Dios. ¡Qué mujer tan admirable! ¡Qué valentía mostró, porque sabía a qué se enfrentaba! Indudablemente, Dios no la iba a dejar en vergüenza, pero ella lo ignoraba; simplemente, confió con esa gran medida de fe que el Señor le había dado.

Este hermoso pasaje de introducción a la llegada de Jesús nos hace reflexionar acerca de lo que tenemos en nuestro corazón. Dos mil años después, anualmente celebramos el nacimiento del hijo de Dios, hecho que cambió para siempre la vida del hombre. Falta un día para la nochebuena y otro más para el día de su cumpleaños. De verdad se respiran vientos de alegría y de amor.  La invitación es a que leamos todo el capítulo 1 de Lucas e imaginemos cómo ocurrieron las cosas y además tratemos de mostrar el amor de Dios en los que nos rodean.

Amado Padre celestial, queremos darte muchas gracias por ese infinito acto de amor que tuviste para todo el género humano. Una y otra vez pensamos en tu grandeza y en la disposición de María a que tu plan perfecto se cumpliera a través de ella. En lo personal, Señor, no podemos abstraernos de sentir en el corazón un gozo especial al recordar y festejar este tiempo de amor y paz. Te adoramos Señor Jesús, te adoramos Padre celestial. Amén.