JUAN 10:7-11
7 Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas.
8 Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas.
9 Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.
10 El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
11 Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.
¿Conocemos a alguien incondicional? Encontrar una persona que esté dispuesta a todo por otra es encontrar un tesoro. Que yo sepa, la mamá es la única persona que está dispuesta a todo por sus hijos. De ahí en adelante, nadie.
La buena noticia es que nuestro Padre, en su infinito amor nos dio el regalo de su hijo, el Señor Jesús, que dio su vida por nosotros. Él, como buen pastor nos cuida, no nos abandona y si nos rezagamos o perdemos, nos busca nuevamente hasta que nos encuentre, porque como dice su palabra, no pierde a ninguna de sus ovejas.
El Señor nos enseña el camino para ir al Padre. Con Él tenemos la certeza de que si lo hemos recibido en nuestro corazón, si hemos entrado al Padre por Él, nuestra vida será abundante y siempre estaremos en sus pastos seguros y en paz.
Amado Padre, qué tranquilidad tenemos cuando leemos tu palabra y encontramos que tú como buen pastor, has dado tu vida por tus ovejas. No queremos salir de esos delicados pastos donde permanecemos por tu gracia. Tú, nuestro pastor incondicional, estás siempre con nosotros y tienes lo mejor para nuestras vidas presentes y para el futuro al lado del Padre. Por favor, Señor, no nos dejes extraviar y si lo hacemos, tráenos nuevamente a tu redil. Te adoramos y oramos en el nombre de Jesús, amén.