MATEO 7: 1 - 5
1No juzguéis, para que no seáis juzgados.
2 Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido.
3 ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?
4 ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo?
5 ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.
LUCAS 18: 10 - 13
10 Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano.
11 El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano;
12 ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano.
13 Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.
La convivencia es una de las cosas más difíciles de llevar, porque implica una gran dosis de tolerancia y otra de reflexión y autoexamen, y la verdad, creo que pocos nos tomamos el tiempo para esto último. ¿Vive con alguien? y si es así, ¿qué tal van sus relaciones?
Los matrimonios cada día se separan más fácilmente. Los hogares geriátricos están a reventar, en el trabajo nos soportamos haciendo esfuerzos, que no siempre resultan. ¿Por qué? Las relaciones están llenas de detalles que aunque sean aparentemente nimios, son acumulativos y nos van llevando a la explosión de nuestros sentimientos. Que si se pone la mesa de una manera diferente a la que acostumbramos, que el uso del baño nos incomoda, que nos repiten el menú con frecuencia, que nos hacen comentarios que consideramos injuriosos, en fin, todos los motivos posibles para que nuestra paciencia se ponga a prueba.
Desde la otra orilla, nos hemos preguntado, ¿qué pensarán de nosotros? ¿Qué les molestará? ¿Será que poner la mesa de manera diferente es una señal para que entendamos que a juicio de ellos no lo estamos haciendo bien? ¿Será que los irritamos y callan para evitar disgustos? ¿Será que después de cocinar cuando nos sirven la comida sienten gran frustración porque dejamos los platos medio llenos?
Con toda razón la palabra nos dice que debemos ser tardos para juzgar a los demás y que primero debemos concentrarnos en la viga que tenemos en nuestros ojos y después en la paja del ojo ajeno. Por ello, los invito a que reflexionemos en las cualidades de cada una de las personas que están a nuestro lado y a que hagamos un examen juicioso de nuestro proceder con ellos.
Recordemos a los dos personajes que fueron al templo a orar y pensemos en la mejor actitud. El publicano, fue humilde, conocedor de sus pecados y solo se centró en pedir perdón al Señor. No fue así el fariseo quien se vanagloriaba con el Señor de lo bueno que era. El Señor Jesús nos exhorta a no juzgar a nadie y por el contrario a presentarnos a Él con el corazón humilde y arrepentido,
Amado Padre celestial queremos darte muchas gracias. por recordarnos que juzgar al otro no solo daña la convivencia sino que no es conforme a tu palabra. Sabemos que si queremos ser como tú, la tolerancia, el amor a nuestros hermanos y la manifestación de tu amor en ellos es lo correcto. Gracias por darnos un corazón generoso y humilde que no juzga a nadie y en vez de ello, se presenta ante ti con humildad reconocientdo sus pecados y solicitando tu amor y perdón. Oramos en el nombre de Jesús, amén.