DICIEMBRE 12

LA PALABRA DE DIOS



DEUTERONOMIO 6: 4 - 9



4Oye, Israel: el Señor nuestro Dios, uno es.


5Y amarás al Señor  tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.


6Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón;


7y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes


.8Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos;


9y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.



SALMOS 29 . 1 - 2



1Tributad a Dios, oh hijos de los poderosos, dad a Dios la gloria y el poder.



2Dad al Señor la gloria debida a su nombre; adorad a Dios en la hermosura de la santidad.


REFLEXIÓN


Shema Israel (del hebreo שְׁמַע יִשְׂרָאֵל, 'Escucha, Israel') es el nombre de una de  las principales plegarias de la religión judía. Hace referencia precisamente a lo que expresa Deuteronomio 6. Es la declaración de la magnificiencia, de nuestro Dios, y no solo concierne a escuchar, sino también nos lleva a la acción. Es la obediencia a su mandato y nos da con claridad la instrucción de cómo debemos actuar en nuestra vida, dándole el lugar que le corresponde. 


¿Amamos al Señor con todo nuestro corazón, alma y fuerzas? Vale la pena hacernos esta pregunta, porque si meditamos en ello, veremos la profundidad e importancia de escuchar y poner en acción este mandato. ¿Nos acercamos a Él solo para adorarlo y reconocerlo como nuestro Señor? Creo que todos lo amamos de la manera que somos capaces de hacerlo. Él lo sabe y nos acepta como somos, de manera que el llamado es a recordar que nuesto Shema sea permanente. Démosle la gloria y el manejo total de nuestras vidas. 


Nuestros hijos, son nuestro reflejo, de manera que el verso 7 nos impele a repetirlas permanentemente a nuestros hijos. Ellos, aprenden de nosotros y entienden su importancia. Es muy gratificante en estas festividades oirlos cuando en sus expresiones, Papito Dios está allí presente. Preguntan y esperan todo de Él y con seguridad son sus preferidos. De hecho, de ellos es el reino de los cielos.


Amado Padre celestial, te adoramos y te reconocemos como el dueño y señor de todo lo que existe. Nuestras vidas son tuyas y solo deseamos que no nos dejes alejar de ti. Sabemos de tu amor y aunque no seamos capaces de medirlo, sí lo sentimos. Gracias por ese inconomensurable amor. En el nombre de Jesús, amén.