SALMOS 85:2-7
2 Perdonaste la iniquidad de tu pueblo; todos los pecados de ellos cubriste.
3 Reprimiste todo tu enojo; te apartaste del ardor de tu ira.
4 Restáuranos, oh Dios de nuestra salvación, y haz cesar tu ira de sobre nosotros.
5 ¿Estarás enojado contra nosotros para siempre? ¿Extenderás tu ira de generación en generación?
6 ¿No volverás a darnos vida, para que tu pueblo se regocije en ti?
7 Muéstranos, oh Señor, tu misericordia, y danos tu salvación.
Este salmo nos invita a la reflexión. A pensar en nuestra vida y en la misericordia de Dios. Así como el salmista alaba a Dios por haber perdonado a su pueblo y porque su enojo ha sido cubierto, nosotros debemos darle gracias porque nos mira con ojos de compasión y nos proteje aún a pesar de nosotros mismos.
Cuando eventos terribles se nos vienen encima, cuando la amenaza es real, cuando somos impotentes frente a posibles catástrofes, nosotros sus hijos debemos clamar y de rodillas pedir que por favor cese su ira. Que estamos dispuestos a volvernos a Él, a vivir para Él, para hacerlo el centro de nuestras vidas. Que su ira no esté presente para siempre.
Sabemos que el Señor es lento para la ira y grande para perdonar y en estos momentos debemos suplicar no solo por nosotros sino por todo el mundo. Las manifestaciones de su poder y de su enojo se sienten en todo el planeta y aunque no sabemos cuántos, suponemos que muchísima gente está de rodillas ante Él suplicándole por el perdón y la restauración.
Amado Señor, por favor escucha nuestros corazones arrepentidos. Permítenos ver tu mirada misericordiosa, acepta nuestras súplicas de perdón y cesa tu ira para que podamos regocijarnos en tu perdón. Sabemos que si no fuera por tu amor estaríamos perdidos para siempre, pero también sabemos que te condueles de nosotros y nos permites ver tu amor y tu bondad. Por favor, como dice tu palabra: Muéstranos, oh Dios, tu misericordia, y danos tu salvación. Te imploramos en el nombre de tu hijo Jesús, amén.