SANTIAGO 2:14-17
14 Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?
15 Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día,
16 y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?
17 Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.
La fe y las obras que de ella provienen deben ir de la mano. Porque si creemos en Dios, si tenemos absoluta confianza en su palabra, si nuestra vida está íntimamente ligada a Él, la consecuencia lógica es una actitud amorosa, solidaria y que refleje esa relación que tenemos.
De lo contrario, seremos simples espectadores que recibimos la palabra, pero no nos permea. Podremos conocer la biblia de principio a fin, podemos recitar de memoria muchos versículos, podremos diezmar, ofrendar, pero si nuestro corazón no se conduele del pobre, del amigo, del extraño, del vecino, de cualquiera, seremos críticos, mordaces, insensibles, un poco cínicos y por supuesto no le agradaremos.
Pero, eso no es lo que quienes hemos tenido la suerte de habernos encontrado con el Señor Jesús debemos hacer. Nuestra responsabilidad es ser testimonio al mundo de nuestra fe en Dios. Tenemos que ser diferentes y generar en los que no conocen al Señor el deseo de buscarlo, por la paz que irradiamos, por nuestro comportamiento y manera de enfrentar cada una de las circunstancias de nuestra vida.
Amado Padre, nos postramos ante ti para darte gracias por habernos permitido conocerte. No importa que memoricemos pocos versículos, no importa que no seamos doctos en la materia. Solo nos importa que Tú, amado Señor nos ayudes a ser tus emisarios y que como tú hagamos las obras que te agradan, porque sabemos que la fe sin obras es muerta. Oramos en el nombre de Jesús, amén.