OCTUBRE 10
ROMANOS 3:21-28
21 Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas;
22 la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en Él. Porque no hay diferencia,
23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,
24 siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,
25 a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados,
26 con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que Él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.
27 ¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe.
28 Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley.
Pablo en este pasaje nos hace reflexionaar en la imposibilidad que tenemos de que nuestros pecados sean perdonados por nuestros propios méritos. En nuestras propias fuerzas es imposible alcanzar la remisión de nuestros pecados.
Pero ahora, gracias al sacrificio de Jesús en la cruz, por medio de la fe en Él, somos justificados y podemos aspirar a nuestra salvación y a la vida eterna. Dios entregó a su único hijo para que a través de su sacrificio se pudieran lavar nuestros pecados y pudiéramos tener la posibilidad de estar frente a frente con nuestro Señor. Todos ellos fueron borrados y tirados al fondo del mar. Nuestras vestiduras están limpias porque son miradas a través de Jesús por nuestra fe en Él.
Por ello, nadie puede vanagloriarse de su virtud, de su bondad, porque justo no hay ninguno, sino que todo hombre que cree en Jesús y declara que Él es nuestro señor y salvador, por la misericordia de Dios es justificado por fe, sin las obras de la ley, (Romanos 3;28).
Amado Padre, queremos darte muchas gracias porque nos has enviado a tu único hijo Jesús, porque habiendo muerto por nuestros pecados, nos ha posibilitado la justificación por fe. Te pedimos por favor amado Señor, que nos mantengas en el hueco de tu mano y que nos enseñes a aprovechar ese maravilloso regalo. Amén.