FEBRERO 5
1 CORINTIOS 13:1-8
1 Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe.
2 Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy.
3 Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.
4 El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece;
5 no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor;
6 no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad.
7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
8 El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.
Este texto nos revela la esencia de Dios. Él es amor y nos lo ha demostrado hasta la saciedad, enviando a su único hijo a pagar el precio de nuestros pecados, y de una manera muy clara y poética nos hace reflexionar acerca de nuestros sentimientos, a Dios y a nuestros semejantes. Son pocas las cosas para agregar a este pasaje tan hermoso y solo nos queda leer con atención y con el corazón dispuesto.
¿Amamos como Dios quiere? ¿Amamos a nuestros enemigos? ¿Amamos a los que nos persiguen? ¿Amamos a los que nos irritan? o ¿queremos ser como címbalos que retiñen? Si es así, recordemos el ruido tan estridente de dos metales que se rozan, y con seguridad eso no deseamos para nosotros y por supuesto, Dios tampoco. Realmente a Dios no le importa cuánto sabemos sino cómo somos.
Si en nuestra iglesia sobresalimos por nuestros dones, lenguas, profecía, si nuestra fe es la mayor, nos toca preguntarnos cómo estamos con respecto al amor a nuestros hermanos. ¿Nos dejamos ganar por la soberbia? ¿Nos sentimos mejores que ellos? ¿Permanecemos apartados para hacer la diferencia? Si es así, debemos reflexionar y entender que sin Dios no somos nada y que para Él lo importante es el espíritu, porque lo que Él hizo por nosotros fue cambiar nuestro corazón de piedra por uno de carne.
Y aunque seamos los más dadivosos, los más trabajadores en nuestra iglesia, si no tenemos amor, tampoco nos sirve de nada porque lo que el Señor quiere es que tengamos un corazón nuevo.
Desde el verso 4 en adelante, el Señor nos explica las características del amor. Nos toca confrontarnos con nosotros mismos y determinar si en realidad tenemos amor o si debemos trabajar fuertemente en ello para que seamos agradables a Dios, para que nuestro prójimo se pregunte la razón por la que somos diferentes, porque el amor se nota.
Puede ser que piensen que somos un poco tontos y que se pueden aprovechar de esa actitud amorosa, pero la realidad es que si obedecemos a Dios, si hacemos realidad el amor en nuestras vidas, Él nos respalda y las personas a nuestro alrededor nos respetan y nos regalan de su amor.
Quiero transcribir literalmente esos versículos para que los grabemos en nuestros corazones: "El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta".
Amado Señor, qué hermoso pasaje. Gracias por tu amor hacia nosotros y por enseñarnos cómo es el que tu deseas. Queremos ser la personificación de ese amor y por ello te pedimos nos ayudes cambiar nuestro corazón por uno nuevo que te agrade. Te adoramos Señor. Amén.