AGOSTO 25 

Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.

Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.

LA PALABRA DE DIOS

MATEO 25: 1-13

1Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo.

2 Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas.

3 Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite;

4 mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas.

5 Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron.

6 y a la medianoche se oyó un clamor: !!Aquí viene el esposo; salid a recibirle!

7 Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas.

8 Y las insensatas dijeron a las prudentes: dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan.

9 Mas las prudentes respondieron diciendo: para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas.

10 Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta.

11 Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: !!Señor, señor, ábrenos!

12 Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco.

13 Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.

REFLEXIÓN

¿Cuál es el momento para seguir al Señor? ¿Cuál es el momento para tener comunión con Él? ¿Será que esperamos a mañana, o quizás hasta la semana o el mes entrante? Muchas veces, el ritmo de la vida, nuestro trabajo, nuestros deseos, nuestro placer, nuestras múltiples ocupaciones nos impelen a posponer esa relación con el Señor, porque creemos que Él siempre va a estar ahí y que cuando finalmente queramos o lo necesitemos, solo tenemos que orar y pedir.

Pero, como lo expresa el Señor a través de Mateo en estos versículos, debemos poner atención y estar preparados para que no se nos haga tarde en buscar al Señor. Nuestra prudencia debe verse reflejada en la decisión de permanecer en Él, de tener nuestras lámparas con aceite para que en esos momentos clave de nuestra vida, estemos aperados, cubiertos con la buena armadura de la fe, en comunión con nuestro Señor, con la certeza de estar bajo su manto, despojados de lo que no se requiere y desnudos ante Él, para que de nosotros mismos conozca lo bueno y lo malo que hay en nosotros, para que pueda actuar en nuestras vidas y no nos ocurra como a las vírgenes necias que cuando golpearon a la puerta y llamaron al Señor, Él les repondió: no os conozco. Por ello, velemos, permanezcamos preparados porque no sabemos el día ni la hora en que vendrá el Señor Jesús. No pospongámos ya más nuestro encuentro personal con nuestro Dios.

Señor, te damos muchas gracias porque a través de parábolas nos enseñas que debemos estar ahí, siempre listos, pegados de ti. Te pedimos por favor que nuestra vida gire alrededor de tí, nuestro primer y último motivo para vivir. Dános por favor tanto el querer como el hacer para que siempre estemos listos para lo que quieras hacer con cada uno de nosotros. En el nombre de Jesús, amén.