FEBRERO 26
MATEO 12:46-50
46 Mientras él aún hablaba a la gente, he aquí su madre y sus hermanos estaban afuera, y le querían hablar.
47 Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, y te quieren hablar.
48 Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?
49 Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos.
50 Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre.
Este pasaje del evangelio de Mateo, puede dar lugar a interpretaciones fuertes en cuanto a la relación del Señor Jesús con su familia. Se podría pensar incluso que se molestó cuando lo interrumpieron en su predicación para informarle que su madre y sus hermanos estaban allí y que le querían hablar.
Seguramente, María su madre, y sus hermanos querían verlo y hablar con Él, pero cuando lo vieron predicando a mucha gente, se sintieron un poco intimidados y en vez de dejarse ver, le mandaron la razón para que se apartara y viniera a saludarlos.
Si Jesús es amor, si dio su vida por nuestros pecados, si obedecía a su madre, tal como lo dio a entender en el pasaje de las bodas de Caná, no es congruente pensar que con una actitud un poco displicente se refiriera a su familia y sobre todo frente a la multitud. Sería un testimonio muy inadecuado que no hablaría de lo que era en realidad.
Porque, ¿Quiénes eran las personas de la tierra que más debía querer? Evidentemente su familia. No en vano había pasado los primeros 30 años con ellos. Su madre, quien lo educó, lo cuidó, lo acompañó, la que lo amó con la angustia que ama cualquier madre a su hijo, debía ser la primera persona en su vida. Y sus hermanos, sus compañeros de vida tambien debían ocupar los primeros lugares en su corazón, de manera que la expresión que tuvo en vez de ser despectiva, era una invitación a quienes lo escuchaban a ser como su madre y sus hermanos, quienes lo seguían y lo amaban.
Por eso, preguntó a sus discípulos: "¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?" Y termina dándoles una pista: "todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano, y hermana, y madre". Jesús no puede olvidarse de su Padre Dios y por ello compara a su familia con Él, cuya naturaleza es el amor y nos entregó a su hijo para que pagara por nosotros el precio de nuestros pecados.
También podemos inferir que nos está enviando un mensaje. Algo como que ahora que somos de su familia, porque ya no somos esclavos y si queremos ser su madre y sus hermanos, la única condición es que hagamos la voluntad de Dios.
Amado Señor, queremos darte muchas gracias porque en este pasaje nos has mostrado cómo es tu amor hacia nosotros y qué debemos hacer para ser adoptados como hijos de Dios. Te pedimos por favor que nos ayudes a obedecerte y a hacer tu voluntad, agradable y perfecta. Te adoramos Señor, amén.