OCTUBRE 26

Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas

Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas

LA PALABRA DE DIOS

JUAN 12:44-50

44 Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió;

45 y el que me ve, ve al que me envió.

46 Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas.

47 Al que oye mis palabras, y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo.

48 El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero.

49 Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar.

50 Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho.

REFLEXIÓN

Después de resucitar a Lázaro, mucha gente creyó, pero también hubo quien se incomodó porque Jesús podría ser para ellos obstáculo en el manejo del poder, (los escribas, fariseos y sacerdotes del templo), así que desde ese momento decidieron matarlo.

Pero también hubo quienes no le creyeron y a estos se refirió en este pasaje. El Señor Jesús les ratificó que Dios lo había enviado a este mundo para que sacara de tinieblas a la luz a los que creyeren y que si alguien quería ver al Padre, debía mirarlo a Él y si alguien quería creer a Dios, debía creerle a Él.

El Señor aclaró que no había venido a juzgar a nadie sino a salvar el mundo para que todos tuvieran vida eterna. Que Dios juzgaría a cada uno en el último momento. Además aclaró que Él no decía nada por su cuenta y tampoco hacía algo diferente a lo que le había ordenado el Padre, de manera que todo lo que Él decía era lo que Dios le había dicho que dijera.

¨Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho¨.

Amado Padre, ¡Qué bueno es saber de tí a través de tu hijo Jesús! ¡Qué bueno es entender que lo enviaste para que conociéramos de ti y tu palabra! Gracias, porque por tu amor y misericordia nos permites acercarnos a ti y gozar de la vida eterna. Te pedimos Señor que acrecientes nuestra fe y obediencia para que lo dicho por Jesús y tu palabra sean una sola que nos marque el camino a seguir hasta que gocemos de tu presencia. Te lo pedimos en el nombre de Jesús, amén.