AGOSTO 21
DANIEL 2:17-23
17 Luego se fue Daniel a su casa e hizo saber lo que había a Ananías, Misael y Azarías, sus compañeros,
18 para que pidiesen misericordias del Dios del cielo sobre este misterio, a fin de que Daniel y sus compañeros no pereciesen con los otros sabios de Babilonia.
19 Entonces el secreto fue revelado a Daniel en visión de noche, por lo cual bendijo Daniel al Dios del cielo.
20 Y Daniel habló y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría.
21 El muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos.
22 El revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con él mora la luz.
23 A ti, oh Dios de mis padres, te doy gracias y te alabo, porque me has dado sabiduría y fuerza, y ahora me has revelado lo que te pedimos; pues nos has dado a conocer el asunto del rey.
Daniel fue uno de los cuatro muchachos que se mantuvo fiel al Señor cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, los llevó a su palacio para que durante tres años fueran alimentados con la dieta real y les enseñaran la letra y la lengua de los caldeos. Daniel y otros cuarenta y tres debían hacer lo que el rey mandara pero él y sus tres amigos llamados Ananías, Misael y Azarías decidieron no contaminarse con la comida real sino alimentarse de legumbres y agua.
Lógicamente, para hacerlo el encargado de ellos que debía aprobar esta decisión, les dió diez días para ver cómo les caía dicha comida. Al pasar los diez días y viendo que estaban de mejor semblante que los que comían la comida real, les permitió seguir en su dieta.
Daniel que habìa sido bendecido por Dios con el don de la interpretación de los sueños y visiones vivió un acontecimiento trascendental. Resulta, que Nabucodonosor tuvo un sueño muy fuerte y cuando se despertó no solo no lo recordaba sino que le causaba desazón, así que mandó llamar a los sabios del reino para que le dijeran lo que había soñado y lo interpretaran. Ningún sabio pudo hacerlo y el rey muy enojado decidió que si no eran capaces de ayudarlo, debían morir.
En este punto, Daniel intervino con su jefe diciéndole que esperara un poco antes de cumplir la orden del rey, porque creía que era capaz de ayudar, así que le dio unos días para que se preparara. Daniel se fue a su casa y les dijo a sus amigos que oraran al Señor para que le revelara este misterio y así no muriese él, ni sus compañeros, ni los sabios de Babilonia.
El Señor oyó su clamor y le reveló el secreto mediante una visión. La respuesta de Daniel fue un cántico de alabanza y adoración a Dios reconociendole su poder y sabiduría. "Daniel habló y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría. El muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos. El revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con él mora la luz". Fué una oración de acción de gracias y adoración por la respuesta que les había dado y les permitió ir donde el rey y salir airosos.
¡Qué enseñanza tan maravillosa que nos muestra claramente cómo actúa Dios cuando le somos fieles! Daniel hizo todo lo que el Señor le había mandado, siempre fiel, siempre conectado. De hecho, tres veces al día oraba al Señor y no se escondía por temor, puesto que se lo había manifestado a Nabucodonosor y había probado el foso de los leones antes que desobedecer a Dios.
Por eso, cuando estaba en angustia porque debía conocer el sueño del rey e interpretarlo, lo que hizo fue invitar a sus amigos a clamar al Señor. La respuesta fue inmediata y pudo ir donde el rey y salir airoso de esa tarea, salvando su vida y la de los otros sabios.
También es claro ver el corazón agradecido de Daniel con esa oración que dirigió a Dios para darle alabanza y adoración y reconocer su grandeza y majestad.
Amado Señor, queremos sumarnos a la oración de Daniel reconociendo y exaltando tu nombre. Sabemos Señor que si estamos contigo nada debemos temer porque como dice Daniel: "Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría. El muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos. El revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con él mora la luz". Te adoramos Señor y oramos en el nombre de Jesús, amén.