NOVIEMBRE 2

Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé de Dios, y mi oración llegó hasta ti en tu santo templo.

Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé de Dios, y mi oración llegó hasta ti en tu santo templo.

LA PALABRA DE DIOS

Jonas 2: 1-10

1 Entonces oró Jonás al Señor su Dios desde el vientre del pez,

2 y dijo: Invoqué en mi angustia a Dios, y él me oyó; Desde el seno del Seol clamé, Y mi voz oíste.

3 Me echaste a lo profundo, en medio de los mares, y me rodeó la corriente; todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí.

4 Entonces dije: Desechado soy de delante de tus ojos; Mas aún veré tu santo templo.

5 Las aguas me rodearon hasta el alma, rodeóme el abismo; el alga se enredó a mi cabeza.

6 Descendí a los cimientos de los montes; la tierra echó sus cerrojos sobre mí para siempre; mas tú sacaste mi vida de la sepultura, oh Señor Dios mío.

7 Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé de DIos, y mi oración llegó hasta ti en tu santo templo.

8 Los que siguen vanidades ilusorias, su misericordia abandonan.

9 Mas yo con voz de alabanza te ofreceré sacrificios; pagaré lo que prometí. La salvación es de Dios. 

10 Y mandó Dios al pez, y vomitó a Jonás en tierra.

REFLEXIÓN

Habíamos visto el día de ayer cómo Jonás por desobedecer al Señor  la orden de ir a Nínive a proclamar arrepentimiento, se embarcó hacia Tarsis, pensando quizás que no lo encontraría.

Pero como sabemos, el Señor no iba a dejar que se saliera con la suya, así que provocó una terrible tormenta que obligó a que los hechos terminaran en el lanzamiento de Jonás al mar.

En este punto, Jonás aterrorizado por la inminencia de la muerte, oró al Señor pidiéndole ayuda, reconociendo su desobediencia y suplicándole lo sacara del hoyo en que actualmente se encontraba. Este mismo caso ocurre permanentemente en nuestras vidas. Nos alejamos, desobedecemos y cuando estamos en el hoyo, sin posibilidad alguna, con la muerte a la vuelta de la esquina, clamamos a nuestro Dios, tardo para la ira, para que nos ayude y nos saque del problema en que estamos.

Jonás no solo estaba agradecido sino avergonzado. Así se lo expresó al Señor quien con su infinita misericordia ordenó al pez  que lo vomitara en tierra.

Señor Padre santo queremos adorarte y darte gracias por tu amor, tolerancia, compasión para con nosotros. No nos dejes alejar y como a Jonás, trátanos según tu voluntad para que nunca nos apartemos de ti. Te adoramos y oramos en el nombre de Jesús, amén.