SALMOS 139: 7-16
7 A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?
8 Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás.
9 Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar,
10 Aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra.
11 Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán; aun la noche resplandecerá alrededor de mí.
12 Aun las tinieblas no encubren de ti, y la noche resplandece como el día; lo mismo te son las tinieblas que la luz.
13 Porque tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre.
14 Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien.
15 No fue encubierto de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui formado, y entretejido en lo más profundo de la tierra.
16 Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas.
David en este salmo reconoce que el Señor está siempre presente en nuestras vidas y aunque queramos huir de él o escondernos de su presencia, nos es imposible. En el cielo, en lo más recóndito de la tierra, en lo profundo del mar, en la cueva más oscura, allí está con nosotros, siempre. Siempre para acompañarnos, para protegernos, para guiarnos.
En el versículo 11 nos recuerda que su luz siempre nos alumbrará, incluso en la más oscura caverna. En ningún lugar podemos escondernos de su presencia, porque para Él no hay nada que le impida vernos. De hecho, ahí estuvo cuando fuimos formados en las entrañas de nuestras madres. Allí estaba y vió nuestros embriones y nuestros cuerpos y almas que ya estaban escritos en su libro.
Señor, te adoramos y exaltamos porque eres formidable, porque tu amor es infinito y porque siempre estás ahí para guiarnos, para protegernos. Señor sabemos que no podemos escondernos de tu presencia y por eso te damos las gracias. Te suplicamos Señor que no nos dejes jamás y que nos permitas alabarte y estar en comunión contigo todos los días de nuestras vidas. Amén