SALMOS 27: 14
Aguarda a Dios; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera al Señor.
JOSUÉ 1:9
Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque el Señor tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.
SALMOS 37: 1, 7
1 No te impacientes a causa de los malignos, ni tengas envidia de los que hacen iniquidad.
7 Guarda silencio ante Dios, y espera en Él. No te alteres con motivo del que prospera en su camino, por el hombre que hace maldades.
SALMOS 40: 1
Pacientemente esperé a Dios, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor.
Una de las cosas más difíciles de nuestro trasegar con el Señor es sincronizar nuestros tiempos con los suyos. Le creemos, estamos seguros de su palabra y de sus promesas, pero cuando llega la hora de la verdad, comenzamos a sentir que en relidad la sincronización que creemos tener no es real.
Desde nuestra óptica, como seres humanos, ponderamos las necesidades a nuestra manera, razonando de acuerdo con lo que suponemos. Por ejemplo, frente a un diagnóstico de cáncer, o la suposición de tenerlo, la razón natural nos dice que corramos a hacernos mil exámenes para que el doctor defina el tipo de cáncer, el pronóstico, el plan de manejo, etc, y después de esa maratón, en nuestro lugar secreto llegamos donde el Señor a decirle, que por favor nos ayude y nos sane. Consideramos que en Mateo dice: "Pedid, y se os dará", así que hablamos con Él y creemos que lo que le hemos dicho es lo que el Señor nos habló, y por supuesto imaginamos que nos ha respondido y por tanto es bueno; seguimos nuestra carrera y ante el resultado, que en muchas ocasiones es negativo, decimos: "que se haga la voluntad de Dios", como un presagio ominoso, como si lo malo que se viene fuera en realidad su voluntad.
No es así. En primer lugar debemos hacer claridad entre lo que le decimos al Señor y lo que Él nos dice. En silencio y quietud esperemos sentir en nuestro corazón sus indicaciones y ahí sí podemos tener la certeza de que fue Dios quien nos habló. En segundo lugar recordemos que el tiempo de Dios es perfecto. Eso quiere decir que si decidimos esperar atentamente, a que nos dé su indicación, el camino a recorrer será el victorioso, de acuerdo con su voluntad. Además, Él que nos conoce y sabe de nuestra obstinación, en ocasiones se atraviesa y nos dificulta el camino cuando no está de acuerdo con su voluntad y todos conocemos esos obstáculos que aparecen alrededor de ciertas cosas, cuando "no nos convienen".
Debemos aprender a esperar con paciencia a que nos revele su sabia indicación y les puedo garantizar que en el momento justo nos hablará. Sentiremos en el corazón su palabra. De ahí en adelante, si obedecemos, todo irá por el camino correcto. Su palabra es clara cuando dice "Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque el Señor tu Dios estará contigo en donde quiera que vayas".
Cuando nos encontramos con personas o grupos que nos hacen la vida desagradable, a sus hijos nos dice: "No te impacientes a causa de los malignos, ni tengas envidia de los que hacen iniquidad. Guarda silencio ante Dios, y espera en Él". Nuevamente, lo que debemos hacer es esperar, guardar silencio frente al Señor y tener la certeza de que solo en Él podemos estar confiados.
Padre Santo qué difícil es esperar, pero queremos hacerlo para gozar de tu dirección. Creemos que tu tiempo es perfecto y que nos amas, y por ello, te pedimos humildemente que nos regales el don de la paciencia para esperar tus indicaciones. Además, sabemos que no siempre lo que queremos está alineado con tu voluntad, agradable y perfecta y por ello, te rogamos nos des el discernimiento para comprender lo que viene de ti. Gracias amado Padre porque en ti podemos estar seguros y protegidos siempre. Te adoramos y oramos en el nombre de Jesús, amén.