MAYO 12

Si hallare en Sodoma cincuenta justos dentro de la ciudad, perdonaré a todo este lugar por amor a ellos.

Si hallare en Sodoma cincuenta justos dentro de la ciudad, perdonaré a todo este lugar por amor a ellos.

LA PALABRA DE DIOS

GÉNESIS 18:23-33

23 Y se acercó Abraham y dijo: ¿Destruirás también al justo con el impío?

24 Quizá haya cincuenta justos dentro de la ciudad: ¿destruirás también y no perdonarás al lugar por amor a los cincuenta justos que estén dentro de él?

25 Lejos de ti el hacer tal, que hagas morir al justo con el impío, y que sea el justo tratado como el impío; nunca tal hagas. El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?

26 Entonces respondió Dios: Si hallare en Sodoma cincuenta justos dentro de la ciudad, perdonaré a todo este lugar por amor a ellos.

27 Y Abraham replicó y dijo: He aquí ahora que he comenzado a hablar a mi Señor, aunque soy polvo y ceniza.

28 Quizá faltarán de cincuenta justos cinco; ¿destruirás por aquellos cinco toda la ciudad? Y dijo: No la destruiré, si hallare allí cuarenta y cinco.

29 Y volvió a hablarle, y dijo: Quizá se hallarán allí cuarenta. Y respondió: No lo haré por amor a los cuarenta.

30 Y dijo: No se enoje ahora mi Señor, si hablare: quizá se hallarán allí treinta. Y respondió: No lo haré si hallare allí treinta.

31 Y dijo: He aquí ahora que he emprendido el hablar a mi Señor: quizá se hallarán allí veinte. No la destruiré, respondió, por amor a los veinte.

32 Y volvió a decir: No se enoje ahora mi Señor, si hablare solamente una vez: quizá se hallarán allí diez. No la destruiré, respondió, por amor a los diez. 

REFLEXIÓN

Al mirar la historia de Abraham llegamos al capítulo 18, donde el Señor  le manifiesta que va a destruir  a Sodoma y Gomorra debido a que estos pueblos se habían pervertido y el pecado los había hecho presa.

Abraham era un hombre de Dios que había recibido la promesa que  puede verse en Génesis 15:5 "Mira ahora a los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu simiente". Apoyado en esa promesa y frente al  juicio que había hecho Dios, seguramente se asustó y se condolió por la gente que allí vivía, de manera que imploró al Señor misericordia. Su argumento fueron los justos que podría haber en esa ciudad.

Apeló a la misericordia de Dios para con Sodoma y Gomorra y lo fue llevando poco a poco a cambiar su decisión. Primero le pidió que si hubiera  50 justos perdonaría al pueblo, luego 45, 40, 30, 20, en fin, viendo que a todo lo que le pedía el Señor le respondía que sí, decidió llevar su pedido hasta 10. El Señor le dijo que  aunque fueran 10 justos, les perdonaría y no destruiría esas ciudades por amor a ellos.

En este momento solo cabe una reflexión. ¿Qué nos respondería el Señor si le hiciéramos el pedido de Abraham? La situación que vive el mundo entero de inseguridad, de odio, de guerras, de plagas, que se resiste a la ciencia, que nos arrincona, nos debe hacer reflexionar acerca de nuestra relación con Dios. No podemos ser como Jonás que ante la orden del Señor de ir a Nínive a predicar, prefirió huir. No; aunque en ocasiones parezcamos un poco locos y tontos por decir que Dios puede cambiar estos terribles momentos, si así lo desea, es la hora de arrepentirnos de nuestros pecados y clamarle como lo hizo Abraham. ¿Cuántos justos hay en el mundo? Esperemos que haya muchísimos creyentes en el Señor  que procuran obedecer su palabra. Entonces, como Abraham clamémosle al Señor por esta tierra que sufre de manera inconmensurable.

Amado Señor, aquí estamos, acongojados, rodeados de dolor y muerte. Anonadados por el temor. Señor, aunque parezca una utopía estamos seguros de tu poder, pero principalmente de tu amor y por ello, aunque seamos pecadores, aunque recaigamos frecuentemente, te amamos Señor y de solo pensar en ti se conmueve nuestro corazón. Te imploramos por esta tierra. Sana nuestra tierra Señor y no permitas que tus hijos y nuestras familias seamos víctimas. Nos declaramos impotentes frente a esta  situación, pero conservamos el espíritu en alto porque sabemos que nos tienes en el hueco de tu mano. Te adoramos Señor en el nombre de Jesús, amén.