NOVIEMBRE 7
ISAÍAS 54:10-17
10 Porque los montes se moverán, y los collados temblarán, pero no se apartará de ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz se quebrantará, dijo el Señor, el que tiene misericordia de ti.
11 Pobrecita, fatigada con tempestad, sin consuelo; he aquí que yo cimentaré tus piedras sobre carbunclo, y sobre zafiros te fundaré.
12 Tus ventanas pondré de piedras preciosas, tus puertas de piedras de carbunclo, y toda tu muralla de piedras preciosas.
13 Y todos tus hijos serán enseñados por Dios; y se multiplicará la paz de tus hijos.
14 Con justicia serás adornada; estarás lejos de opresión, porque no temerás, y de temor, porque no se acercará a ti.
15 Si alguno conspirare contra ti, lo hará sin mí; el que contra ti conspirare, delante de ti caerá.
16 He aquí que yo hice al herrero que sopla las ascuas en el fuego, y que saca la herramienta para su obra; y yo he creado al destruidor para destruir.
17 Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos de Dios, y su salvación de mí vendrá, dijo el Señor.
El Señor nuestro Dios nos da en este pasaje una serie de promesas que nos sorprenden, pero también nos llenan de paz. ¿Qué merecimiento tendremos para que Dios nos prometa su misericordia para siempre? ¿Cuál es el tamaño de su amor para que nos prometa que en esos momentos de decaimiento, tristeza, impotencia y desconsuelo, allí estará Él, ubicándonos en el mejor lugar y rodeándonos con murallas para que nada nos toque?
Definitivamente no hay nadie como el Señor, que además nos libra de la opresión y del temor. Además, Dios sabe del amor que tenemos a los hijos y para ellos también alcanza la promesa: Él mismo los enseñará y multiplicará su paz.
Conocedor Dios de la naturaleza humana, sabe que existen personas que conspiran contra sus hijos, Dios no los respaldará y frente a nosotros caerán. El Señor creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible e invisible, el que tiene la potestad de hacer y destruir, nos declara en el verso 17: "Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio".
¡Qué tranquilidad, qué seguridad nos da esta declaración del Señor! En estos momentos aciagos en que el mundo se debate, sus hijos podemos tener la tranquilidad y la seguridad de esa maravillosa promesa que nos da. Realmente, es maravillosa la herencia que en su palabra deja a los siervos del Señor.
Amado Padre, queremos darte muchas gracias por esas maravillosas promesas que dejas en Isaías a los siervos de nuestro Padre Dios. Gracias, porque a pesar de nosotros mismos, nos garantizas la protección, el consuelo, y sobre todo la salvación. Gracias porque nos enseñas que no debemos temer porque Tú Señor estás con nosotros en todo momento. Te adoramos Señor, amén.