AGOSTO 26

Aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo

Aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo

LA PALABRA DE DIOS

EFESIOS 2: 1-10

1 Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,

2 en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia,

3 entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.

4 Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó,

5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos),

6 y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús,

7 para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.

8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;

9 no por obras, para que nadie se gloríe.

10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

REFLEXIÓN

Antes de conocer al Señor Jesús, antes de nuestro encuentro personal con Él, estábamos espiritualmente muertos, moviéndonos en el pecado, pensando seguramente que hacíamos lo correcto, confiados en nuestros conocimientos y capacidades y negando o despreciando lo que tiene que ver con el alimento y vida espiritual.

Pero a Dios le plació mirarnos con misericordia, predestinarnos desde antes de la fundación del mundo para que fuéramos sus hijos; nos sacó del lodo cenagoso, nos volvió a la vida, nos salvó y nos hizo nuevas personas. Todo eso gracias a que Jesús murió por nosotros, para el perdón de nuestros pecados y para que fuéramos sanados de nuestras enfermedades.

De nada de esto somos responsables ni artífices. No, por gracia somos salvos, tal como lo dice la carta a los Efesios en el verso 8, por gracia y no por obras. Somos salvos por el amor de Dios. Para que hagamos buenas obras, para que reconozcamos nuestros pecados para que nos entreguemos a Cristo y permanezcamos en Él para siempre.

Amado Señor, queremos darte muchas gracias porque enviaste a tu hijo Jesús para que pagara el precio del pecado y nos trajera de muerte a vida. Por favor Señor perdona nuestros pecados y haz de nosotros nuevas personas dispuestas a adorarte y a hacer tu voluntad. Gracias por sellarnos con el Espíritu Santo quien nos enseña y redarguye. Te adoramos Señor, en el nombre de Jesús, amén.