AGOSTO 7

Mas el justo vivirá por fe

Mas el justo vivirá por fe

LA PALABRA DE DIOS

LUCAS 17: 5

Dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe.

HEBREOS 11: 1

Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.

HEBREOS 10: 38

Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a mi alma

ROMANOS 10: 17

Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.

REFLEXIÓN

Vivir por fe es el ideal de todo creyente. Hacemos muchos esfuerzos no solo por mantener nuetra fe, sino por aumentarla. Por ello, recordemos primero la deficinción que nos da Hebreos: " Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve". La fe es entonces esa seguridad absoluta en el Señor que nos permita saltar al vacío cada vez que nos revele su voluntad. 

Estoy convencida de que cuando tenemos problemas o enfermedades, nos acercamos a Dios y le suplicamos que resuleva nuestras situaciones. Sin embargo, aunque esperamos con toda nuestras fuerzas, no nos atrevemos a publicar nuestra convicción porque en el fondo del corazón tememos hacer quedar mal a Dios. 

La buena noticia es que no somos los únicos que tenemos estos temores. Los apóstoles que vivieron de primera mano la vida del señor Jesús, le pedían que por favor aumentara su fe. Así las cosas, tenemos la indicación de lo que debemos hacer. Pidámosle al Señor que aumente nuestra fe, o como el padre de ese muchacho a quien sacó esos espíritus malignos digamos, "creo, ayuda mi incredulidad",  porque como bien lo dijo Jesús, "Al que cree todo le es posible". 

Recordemos que es la fe, la que nos sostiene en nuestra vida espiritual, y que en nuestra relación diaria con Dios, sabiendo que la fe viene por el oir, por la palabra de Dios, en ese encuentro de amor, cuando estemos contándole todos nuestros hechos diarios, escuchemos allá en nuestra mente su palabra y  sus indicaciones frente a cada circunstancia. Dios no necesita que le guardemos la espalda, Él nos ama y nos da la medida de fe que necesitamos en cada momento,

Amado Señor, gracias porque nos permites reflexionar en este tema que en algunos casos se vuelve espinoso. Frente a la expectativa de la muerte o la sanidad, cuando sentimos que nos regalarás la primera, simplemente callamos por temor a que estemos predicando un milagro que no vas a ejecutar. Por eso Señor, te pedimos que nos regales la seguridad de tu misericordia y compasión; la seguridad de tu amor y dirección. Permítenos que cuando nos llames hagamos como Pedro cuando caminó sobre las aguas, pero sin dudar, para no hundirnos. Gracias Señor, te adoramos en el nombre de Jesús, amén.