MAYO 16
ROMANOS 8: 35-39
35 Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?
36 Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero.
37 Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,
39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro
Cada día, en esta situación que vive el mundo entero despertamos con diversos estados de ánimo. La ansiedad, la angustia, la tristeza, el estrés son corrientes. De hecho, después de estar encerrados por casi un año, es tiempo de reflexionar acerca de nuestra relación con Dios. ¿Sufrió transformaciones? ¿Nos acercamos más a Él o por el contrario vivimos la sensación de que nos había olvidado?
La pregunta que sigue es: ¿Habrá algo que nos separe de su amor? Nada de lo que pueda ocurrir a nuestro alrededor, nada que nos agobie, ni la sensación de improductividad o incapacidad frente a la situación que estamos viviendo nos podrá separar de su amor.
Por ello, como dice su palabra en el verso 37: "Somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó". Y nada nos podrá separar de su amor. Los versos 38 y 39 terminan diciendo: " Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús".
¡Qué maravillosa promesa! Lo mejor es que ni siquiera depende de nosotros. Aunque queramos, nada nos separará del amor de Dios, porque Él es fiel y su palabra no cambia. Por eso, no interesan las circunstancias que vivamos, Dios no permitirá que nos alejemos de Él porque somos suyos desde el día en que decidimos abrirle las puertas de nuestro corazón y lo invitamos a morar en él.
Amado Señor, muchas gracias por amarnos tanto que nos permites tener la certeza de que ninguna situación externa, ningún hecho hará que nos alejemos de ti, porque tu no lo permitirás. Creemos en tu palabra y en tu amor. Por favor Señor muéstranos ese amor y mantennos contigo. Te lo pedimos en el nombre de tu hijo Jesús, amén.