JUNIO 13
JUAN 3:16-19
16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
18 El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.
19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.
Cada día tenemos motivos de sobra para sentir el amor de Dios. El solo hecho de contemplar el cielo, la naturaleza, el clima, son más que suficientes para adorar al creador del universo que ha enviado a su único hijo com prueba de su infinito amor, para que tengamos vida eterna.
Su palabra es muy clara al decir que no envió al Señor Jesús para condenarnos, a pesar de todo lo malo que hemos hecho a través de la historia. No, lo mandó para salvarnos de la condenación eterna, para que por él sea salva toda persona. Solo una condición nos pone: que creamos en él.
Además de lo anteriormente escrito, sentimos el amor de Dios en cada uno de los sucesos de nuestra vida. Las sorpresas son permanentes, inmerecidos halagos, reconocimiento inesperado, premios, ganancias, alegría. Es el amor de Dios que nos regala esos momentos únicos en los que afloran los mayores sentimientos de gratitud hacia nuestro Señor porque solo su plan perfecto para nuestra vida nos llena.
Pero, también en esos momentos de tristeza, de pérdidas, de frustración, tenemos donde recostarnos y llorar y clamar y suplicar y declarar nuestra impotencia, con la certeza de que su amor incondicional y su fidelidad están acompañándonos para darnos la fuerza que requerimos para continuar.
Por todo eso, amado Padre celestial queremos darte muchas gracias. Sin tu amor nada seríamos. Gracias por estar siempre con nosotros, para mostrar tu inconmnsurable cuidado, tu tolerancia y apoyo. Te adoramos y pedimos que nunca te apartes de nuestro lado. Sin ti estaríamos perdidos para simpre y nada tendría sentido en nuestra vida. Oramos en el nombre de Jesús, amén.