FEBRERO 21
SANTIAGO 1:2-5
2 Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas,
3 sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.
4 Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.
5 Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.
La reflexión del día de hoy está orientada a las pruebas que nos da la vida; pruebas de cualquier índole, pero también a esos momentos en que le adjudicamos a Dios nuestros fracasos. Nuestra tendencia generalemnte es a ser lastimeros y a escudarnos en el Señor para justificaar lo que nos sale mal. Frecuentemente escuchamos decir "Que se haga la voluntad de Dios" cuando estamos frente a hechos en los cuales no tenemos el control o cuando el resultado de nuestras actuaciones es negativo.
Hay dos cosas que debemos pensar: La primera es la relacionada con los resultados de nuestras acciones o decisiones. SI no hacemos bien nuestro trabajo, si tomamos decisiones equivocadas, si actuamos de manera inadecuada frente a otros, los resultados no se hacen esperar y en ese caso no vale decir que esa era la voluntad de Dios, ni que es una prueba para nuestra edificación. No; en ese caso debemos pensar en qué hemos fallado y alinear nuestro comportamiento, dando gracias a Dios por mostrarnos donde está la falla y pedir su orientación y ayuda para enderezar nuestro camino.
La segunda es la relacionada con esas pruebas que tenemos cuando debido a factores externos sufrimos, tememos o perdemos. Esas son las pruebas a que hace referencia Santiago. Y lo que nos dice el Señor es que en esos casos no nos entristezcamos porque allí el Señor está con nosotros y solo debemos mantenernos apegados a Él, entendiendo que es parte de un proceso que no conocemos pero cuyos resultados serán acordes con la voluntad de Dios, agradable y perfecta y útil para nuestra edificación.
De todas formas, sea cual sea el origen de nuestras pruebas, debemos entender que si somos hijos de Dios, si nos acercamos a Él, podemos clamarle para que nos sustente en esos momentos y nos dé paciencia para resistir, y que además nos dé sabiduría para tomar las decisiones adecuadas, con el convencimiento de que al final Él obrará a nuestro favor, porque nos ama.
Amado Padre celestial, queremos postrarnos ante ti a reconocer que eres nuestro Dios, a desnudar nuestro corazón y a reconocer que el resultado de nuestras acciones puede ser una prueba. Padre, muchas veces somos probados por factores externos que pareciera que se ponen por encima de Ti y tu poder. Sabemos Dios que no conocemos nada aparte de la situación que nos daña, pero Tú si conoces el proceso y el final, de manera que te suplicamos que no nos abandones y que en tu tiempo que es perfecto nos levantes y muestres la luz que solo tus sabes dar. Te adoramos Señor en el nombre de Jesús, amén.