OCTUBRE 2
MATEO 14:13-21
13 Oyéndolo Jesús, se apartó de allí en una barca a un lugar desierto y apartado; y cuando la gente lo oyó, le siguió a pie desde las ciudades.
14 Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos.
15 Cuando anochecía, se acercaron a él sus discípulos, diciendo: El lugar es desierto, y la hora ya pasada; despide a la multitud, para que vayan por las aldeas y compren de comer.
16 Jesús les dijo: No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer.
17 Y ellos dijeron: No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces.
18 El les dijo: Traédmelos acá.
19 Entonces mandó a la gente recostarse sobre la hierba; y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió y dio los panes a los discípulos, y los discípulos a la multitud.
20 Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, doce cestas llenas.
21 Y los que comieron fueron como cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.
Jesús debía estar triste por la noticia que le dieron sus discípulos acerca de la muerte de Juan su primo, quien fué decapitado por Herodes para complacer a Salomé la hija de Herodías. Su actitud fue apartarse yéndose a un lugar desierto muy seguramente a orar y a derramar su corazón a su Padre. Nos enseña el Señor que frente a cualquier situación, por terrible que parezca debemos apartarnos y pasar un tiempo con nuestro Padre Dios.
Pero la gente estaba ávida de conocer a Jesús y de recibir de Él enseñanzas, bendiciones, sanidad. Así que cuando supieron que estaba por esos lugares fueron masivamente a buscarlo. Por supuesto, el Señor Jesús actuó movido a compasión, sanando a los que estaban enfermos. La compasión es un noble sentimiento, que nos impele a actuar a favor del que nos necesita y a ser bendición de otros.
Sin embargo, en ocasiones las personas que están a nuestro alrededor nos pueden condicionar a asumir una conducta equivocada haciéndonos olvidar esos sentimientos de misericordia, amor, compasión y caridad hacia los que nos necesitan. Pero, ese no fue el caso del señor Jesús. Frente a la sugerencia de sus discípulos de despachar a la gente para que fuera a buscar comida, Él movido a compasión actuó. Allí se produjo el milagro. Con 5 panes y 2 peces alimentó a la multitud, más de 5000 personas y sobraron 12 cestas.
Si somos movidos a compasión frente a quien nos necesita se produce el milagro. Realmente, ni siquiera lo notamos, porque lo que tenemos es suficiente para nosotros y para ayudar a quien lo necesita. Dios multiplica lo que pasa por sus manos, así que si le pedimos un corazón de carne que se conmueva frente al dolor ajeno, él multiplicará las bendiciones que recibamos y reciban las personas que ayudamos.
Gracias amado Señor por esta maravillosa enseñanza que nos dejas. Gracias por poner en nuestros corazones sentimientos de amor, misericordia y solidaridad para quienes necesitan de nuestra ayuda. Sabemos que no importa la cantidad, porque frente a nuestra actitud, Tú actúas, tal como lo hiciste también con Eliseo y la viuda. Te adoramos Señor y te suplicamos nos muevas a compasión y multipliques nuestros esfuerzos para agradarte. Amén.