MAYO 9

LA PALABRA DE DIOS

¿Quién eres, Señor?», preguntó Saulo. El Señor respondió:«Yo soy Jesús a quien tú persigues;

HECHOS 9:3-5


3 Y mientras viajaba, al acercarse a Damasco, de repente resplandeció a su alrededor una luz del cielo.


4 Al caer a tierra, oyó una voz que le decía:«Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?».


5 «¿Quién eres, Señor?», preguntó Saulo. El Señor respondió:«Yo soy Jesús a quien tú persigues;

REFLEXIÓN

La historia de Saulo de Tarso es un poderoso testimonio de cómo un encuentro con Jesús puede cambiar el rumbo de una vida por completo. Saulo, conocido por su fervor en la persecución de los cristianos, jamás imaginó que aquel camino a Damasco se convertiría en el escenario de su transformación. La luz que lo envolvió y la voz que escuchó no solo derribaron su visión física, sino también sus convicciones, revelándole al Cristo resucitado. Durante tres días estuvo ciego, un tiempo de reflexión y quebrantamiento que simboliza un renacer espiritual. Lo que parecía ser una pérdida, era en realidad el comienzo de una nueva vida en el propósito divino.


El encuentro de Saulo con Ananías es una muestra de la obediencia y la confianza en el plan de Dios. A pesar de los temores, Ananías se acercó a aquel perseguidor, llamándolo “hermano Saulo”. Un simple acto de fe que restauró la vista de Saulo y lo llenó del Espíritu Santo. Las “escamas” que cayeron de sus ojos representan mucho más que un milagro físico; simbolizan la eliminación de la ceguera espiritual y el prejuicio que le impedían ver la verdad de Cristo. A partir de ese momento, Saulo, ahora conocido como Pablo, se levantó, fue bautizado y comenzó a predicar con un fervor diferente, esta vez para proclamar al Hijo de Dios.


Dios tiene el poder de transformar incluso los corazones más endurecidos y darles un propósito mayor. Saulo pasó de ser perseguidor a ser perseguido, de destructor de la fe a constructor de iglesias, de opositor de Cristo a apóstol de los gentiles. Su vida nos enseña que no importa cuán lejos hayamos estado de Dios, Su gracia siempre está dispuesta a encontrarnos, transformarnos y usarnos para Su gloria. Cuando las “escamas” de nuestros propios miedos, dudas o resentimientos caen, somos liberados para cumplir el propósito para el cual fuimos creados.


Señor, así como transformaste la vida de Saulo en el camino a Damasco, te pido que quites de mis ojos las escamas que me impiden ver Tu verdad y Tu propósito para mi vida. Dame un corazón dispuesto a obedecerte y a proclamar Tu nombre con valentía. Que, así como Pablo, pueda ser un instrumento en Tus manos para llevar Tu amor y Tu palabra a quienes me rodean. Amén.

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