Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón,y con toda tu alma,y con toda tu fuerza,y con toda tu mente,y a tu prójimo como a ti mismo
LUCAS 10:27-28
27 Respondiendo él, dijo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón,y con toda tu alma,y con toda tu fuerza,y con toda tu mente,y a tu prójimo como a ti mismo».
28 Entonces Jesús le dijo:«Has respondido correctamente; haz esto y vivirás»
En tiempos de Jesús, muchos fariseos se enorgullecían de conocer la ley, pero pocos la vivían desde el corazón. El contexto de este versículo (Lucas 10:27-28) surge en medio de una conversación con un intérprete de la ley que quería justificar su forma de vivir. Jesús, con sabiduría divina, no solo confirmó que amar a Dios y al prójimo resume toda la Ley, sino que añadió algo vital: “Haz esto y vivirás”. Es decir, no basta con saber lo correcto; hay que vivirlo.
Este llamado sigue vigente hoy. Podemos sabernos versículos de memoria, asistir a reuniones, incluso ayudar ocasionalmente, pero si nuestro amor por Dios no lo ocupa todo —corazón, alma, fuerza y mente— y si no amamos al prójimo como a nosotros mismos, estamos muy lejos de la vida plena que Jesús promete. Este amor no es emocional ni selectivo, sino una entrega diaria, concreta, que busca el bien del otro, aún cuando no sea fácil.
Amar de esta manera transforma la vida. Da sentido en medio de la rutina, impulsa a perdonar, renueva la esperanza, y sobre todo, nos acerca al corazón de Dios. No es una carga; es el camino hacia la verdadera vida. Hoy, Jesús también nos dice: “Haz esto y vivirás”.
Señor, enséñame a amarte con todo lo que soy, y a amar al prójimo con la misma gracia que Tú me has dado. Quita de mí todo egoísmo, toda indiferencia, y hazme sensible a las necesidades de los que me rodean. No quiero solo conocer Tu Palabra, quiero vivirla. Que el amor sea el sello de mi fe. Amén.