MAYO 12

LA PALABRA DE DIOS

Con Cristo estoy juntamente crucificado

GÁLATAS 2:20


Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.

REFLEXIÓN

Cuando el apóstol Pablo escribió estas palabras, estaba expresando una transformación radical, un antes y un después en su vida. No era solo un cambio de creencias, sino una muerte al antiguo yo, a esos deseos y pasiones que antes dominaban su existencia. Al estar “crucificado con Cristo”, Pablo reconocía que su vida ya no le pertenecía, sino que estaba completamente entregada a la voluntad de Aquel que le había salvado. Esta entrega total es un llamado a vivir bajo una nueva naturaleza, una que refleja el amor, la gracia y la misericordia de Jesús.


Esta declaración también nos invita a reflexionar sobre nuestra propia vida. ¿Realmente hemos crucificado ese yo que busca satisfacer sus propios intereses? ¿Podemos decir con confianza que Cristo vive en nosotros? El desafío es constante y diario, pues nuestra carne intenta reclamar lo que un día dejamos en la cruz. Sin embargo, la fe en el Hijo de Dios es la que nos fortalece, nos guía y nos recuerda que su amor y sacrificio fueron suficientes para redimirnos. No caminamos solos; caminamos con Cristo en nosotros, transformando cada paso en una expresión de Su gracia.


Vivir en la fe del Hijo de Dios significa depender de Él en cada situación, entregarle nuestras cargas y confiar en Su dirección. Él, que se entregó por nosotros, merece no solo nuestras palabras, sino nuestra vida entera. Así, cada acción, cada decisión y cada pensamiento se convierte en un reflejo de Su amor en nosotros.


Señor Jesús, gracias porque en Ti he sido crucificado al pecado y ahora puedo vivir una vida nueva. Ayúdame a entender cada día más lo que significa que Tú vivas en mí. Que mi vida sea un reflejo de Tu amor y que mis decisiones honren Tu sacrificio. Dame la fuerza para renunciar a mis deseos y caminar siempre en fe, confiando en que Tú me guías y sostienes. Amén.

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