ABRIL 13

LA PALABRA DE DIOS

Vayan pronto, y digan a Sus discípulos que Él ha resucitado de entre los muertos

MATEO 28:5-7


5 Hablando el ángel, dijo a las mujeres: «Ustedes, no teman; porque yo sé que buscan a Jesús, el que fue crucificado


6 No está aquí, porque ha resucitado, tal como Él dijo. Vengan, vean el lugar donde estaba puesto.


7 Vayan pronto, y digan a Sus discípulos que Él ha resucitado de entre los muertos

REFLEXIÓN

El amanecer del tercer día trajo consigo una noticia que estremeció los cielos y cambió el curso de la humanidad. En un contexto donde la muerte tenía la última palabra, donde los imperios aplastaban la esperanza y el silencio del sepulcro parecía definitivo, un ángel rompió el velo del temor con palabras de luz: “No está aquí, porque ha resucitado, tal como Él dijo”. En aquel momento, no solo fue removida la piedra del sepulcro, sino también las cadenas del pecado, del dolor y de la desesperanza. El anuncio celestial no fue hecho a reyes ni a sabios, sino a mujeres quebrantadas por la pérdida, recordándonos que Dios elige a los corazones sinceros para revelar Su gloria.


Hoy también hay muchas piedras que parecen sellar nuestras esperanzas: diagnósticos, fracasos, pérdidas o silencios que duelen. Pero la tumba vacía es un grito eterno de victoria. Jesús cumplió Su promesa y venció la muerte, y eso significa que también puede vencer en nuestras batallas diarias. Su resurrección no es solo un hecho histórico, es una fuerza viva que transforma nuestra tristeza en gozo, nuestra debilidad en fortaleza, nuestro duelo en propósito. El mismo Jesús que salió de la tumba, quiere hoy resucitar áreas dormidas de tu corazón.


El mandato sigue siendo el mismo: “Vayan pronto, y digan…”. Nuestra fe no es para ser guardada en secreto, sino compartida con un mundo que necesita saber que hay vida después del quebranto, que hay esperanza más allá del dolor. Que Jesús vive, y porque Él vive, todo puede comenzar de nuevo.


Señor Jesús, gracias por vencer la muerte y abrir un camino de vida para mí. En medio de mis temores, hazme escuchar una vez más la voz del ángel que anuncia tu victoria. Resucita en mí la esperanza, el gozo, la fe que quizá he perdido. Ayúdame a vivir cada día como testigo de tu poder transformador. Dame valor para compartir que Tú vives y reinas, y que nada es imposible para Ti. Amén.