MAYO 1

LA PALABRA DE DIOS

El Espíritu del Señor está sobre Mí, porque me ha ungido para anunciar el evangelio a los pobres

LUCAS 4:18


18 El Espíritu del Señor está sobre Mí, porque me ha ungido para anunciar el evangelio a los pobres. Me ha enviado para proclamar libertad a los cautivos, y la recuperación de la vista a los ciegos; para poner en libertad a los oprimidos.


REFLEXIÓN

Cuando Jesús leyó el pasaje de Isaías en la sinagoga (Lucas 4:18), no solo estaba anunciando el inicio de su ministerio; estaba revelando su corazón. Su vocación era clara: mostrar la misericordia de Dios a un mundo herido. No vino con espada ni juicio, sino con compasión y ternura. En un tiempo en que los marginados eran olvidados, los ciegos ignorados y los oprimidos despreciados, Jesús se levantó como la voz que dignifica, el toque que sana y la palabra que restaura. Su vida fue y sigue siendo el mayor acto de amor jamás visto.


Cada acción de Jesús reflejó su llamado al perdón: perdonó a la adúltera cuando todos querían apedrearla; comió con pecadores cuando todos los evitaban; tocó a los impuros cuando nadie se atrevía. Su vocación no fue de exclusión sino de acogida, no de condena sino de reconciliación. Jesús nos recuerda que la misericordia no es debilidad, sino la fuerza que transforma. Su amor no es selectivo, sino abundante; no tiene límites ni condiciones, solo el deseo de restaurar lo que el pecado y el dolor han dañado.


Hoy, Él te mira con esos mismos ojos de misericordia. Si te sientes indigno, culpable o roto, recuerda que Jesús no vino a señalar tu herida, sino a curarla. Te llama a creer que aún hay gracia para ti, que aún hay perdón, y que tu vida tiene valor. Su vocación de amor sigue activa, y su misión de perdón continúa, ahora a través de ti y de mí. Este es el año favorable del Señor… y también es tu año de volver al amor del Padre.


Señor Jesús, gracias por tu vocación de misericordia, por amarnos incluso cuando no lo merecemos. Gracias por perdonarnos una y otra vez, por buscar a los perdidos y abrazar a los que el mundo rechaza. Hoy quiero recibir tu perdón y extender ese mismo amor a quienes me rodean. Haz de mí un reflejo de tu compasión. Que tu Espíritu me llene para anunciar buenas nuevas con ternura y verdad. Amén.