ABRIL 7


LA PALABRA DE DIOS

Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice el Señor; pensamientos de paz, y no de mal

JEREMÍAS 29: 11-13


11 Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice el Señor; pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.


12 Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré;


13 y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.

REFLEXIÓN

Cuando Jeremías escribió estas palabras, el pueblo de Israel se encontraba en una dolorosa etapa de exilio en Babilonia. Habían sido arrancados de su tierra y llevados cautivos a una nación extranjera, consecuencia de años de desobediencia. Sin embargo, aun en medio del juicio, Dios les envía una promesa de esperanza: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros…”. En un tiempo donde todo parecía perdido, el Señor les aseguraba que su historia no había terminado, que sus planes eran de paz y restauración, y que al buscarle con sinceridad, lo encontrarían.


Estas palabras siguen teniendo poder para nosotros hoy. Tal vez te encuentras en una “Babilonia” personal: un tiempo de incertidumbre, de espera, de dolor o de pérdida. Quizás no entiendes lo que estás viviendo, pero Dios sí lo entiende. Él no improvisa con tu vida. Aunque no veas el propósito, Él está obrando en lo invisible, teje con paciencia un futuro lleno de paz, no de mal, aunque el presente parezca contradictorio. Y su promesa permanece firme: cuando lo invoques, cuando lo busques de todo corazón, Él se dejará encontrar.


El pasaje nos invita a confiar en el carácter de un Dios que no olvida a los suyos, incluso cuando todo parece perdido. Es un llamado a la oración sincera, a volver el corazón a Él con esperanza, sabiendo que no está lejos, sino atento, esperando nuestro clamor. Aun en el exilio, el amor de Dios no se apaga. Él es fiel para cumplir lo que ha prometido, y en su tiempo, dará el fin que tú esperas, y aun uno mejor del que podrías imaginar.


Señor amado, gracias porque tus pensamientos sobre mí son de paz, no de mal. En medio de mis dudas, mis pérdidas y mis caminos inciertos, quiero aferrarme a tu promesa. Aumenta mi fe para buscarte de todo corazón, sin reservas ni temor. Ayúdame a recordar que aun en la espera, Tú estás obrando. Hoy decido invocarte con confianza, sabiendo que tú me oyes y estás cerca. Llévame al fin que Tú has soñado para mí. En el nombre de Jesús, amén.