ABRIL 9

LA PALABRA DE DIOS

Has aumentado,oh Dios mío, tus maravillas;

SALMOS 40:5


Has aumentado, oh Dios mío, tus maravillas; y tus pensamientos para con nosotros, no es posible contarlos ante ti. Si yo anunciare y hablaré de ellos, no pueden ser enumerados.

REFLEXIÓN

Cuando el salmista David escribió estas palabras (Salmo 40:5), no lo hizo desde un lugar de comodidad, sino desde la profunda conciencia de haber sido rescatado por Dios de un “horrible pozo” (v.2). Era un tiempo de adversidad, donde su vida parecía haber perdido dirección, pero fue precisamente allí donde experimentó de forma más vívida la fidelidad divina. David contemplaba no solo las obras visibles de Dios —como la liberación, la provisión o la victoria en batalla—, sino también esos pensamientos invisibles que Dios tiene hacia nosotros: planes de bien, de misericordia, de redención. Así como él, en medio de las temporadas difíciles, nosotros también podemos descubrir que Dios sigue obrando en lo invisible.


En nuestra vida cotidiana, a menudo nos perdemos en la prisa, los problemas o las rutinas, y olvidamos detenernos a contar las maravillas de Dios. Pero cuando lo hacemos —cuando miramos atrás y reconocemos cuántas veces fuimos sostenidos, cuántas oraciones fueron respondidas, cuántas veces fuimos protegidos sin saberlo— entonces entendemos que sus pensamientos hacia nosotros son como las estrellas del cielo: imposibles de enumerar. No se trata solo de lo grande, sino de lo constante. Cada detalle cuidado, cada lágrima consolada, cada esperanza restaurada, es una prueba del amor personal e inagotable de Dios.


Hoy es un buen día para hacer una pausa y recordar. No importa si estás en un valle o en la cima de la montaña: Dios sigue pensando en ti. Sus maravillas no cesan, su fidelidad no cambia, y su amor no se agota. Así como David testificó de la grandeza divina aún en medio de la lucha, tú también puedes levantar tu voz y decir: “No puedo contarlas, son demasiadas… pero cada una es un motivo para agradecer”.


Señor, gracias por pensar en mí aun cuando yo no te tengo presente. Gracias por tus maravillas que me rodean y muchas veces no veo. Abre mis ojos para reconocer tu mano en cada área de mi vida y enséñame a vivir con gratitud, confiando en que tus pensamientos hacia mí son de paz, de propósito y de amor eterno. En el nombre de Jesús, amén.