ABRIL 3

LA PALABRA DE DIOS

Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.

MATEO 11: 28-30


28 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.


29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;


30 porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.

REFLEXIÓN

En tiempos de Jesús, el pueblo vivía bajo el peso de una religión cargada de normas impuestas por los fariseos, donde la fe se convirtió en una carga difícil de llevar. A esto se sumaba la opresión del Imperio Romano, que exigía tributos y sumisión. La vida era dura, y el alma del pueblo, cansada. Es en este contexto que Jesús alza la voz y dice: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados…”. Esta invitación no es solo a dejar el cansancio físico, sino a soltar esa pesada mochila de culpa, miedo, exigencias humanas y desesperanza.


Hoy, aunque han pasado siglos, seguimos llevando cargas parecidas. Nos sentimos agotados por responsabilidades, decisiones, expectativas ajenas y nuestras propias luchas internas. Intentamos cumplir con todo y con todos, y en medio del trajín, olvidamos que hay un lugar donde podemos descansar de verdad: los brazos de Jesús. Su yugo —su manera de vivir, de mirar la vida, de amar y perdonar— no oprime, sino que libera. Nos enseña a caminar al ritmo de la gracia, no de la autoexigencia.


Jesús no promete una vida sin dificultades, pero sí una vida con sentido y consuelo. Aprender de su mansedumbre y humildad es el camino a una paz que no depende de las circunstancias, sino de Su presencia constante. Cuando decidimos soltar lo que nos sobrecarga y tomar Su yugo, descubrimos que no estamos solos. Él camina con nosotros, paso a paso, y nos fortalece con ternura.


Oración


Señor Jesús, hoy vengo a Ti con mi alma cansada y mi corazón agobiado. Tú conoces mis luchas, mis dudas y mis miedos. Gracias por invitarme a descansar en Ti. Ayúdame a soltar lo que me pesa y a tomar Tu yugo, ese que no aplasta sino que alivia. Enséñame a ser manso y humilde como Tú, y hazme encontrar descanso verdadero en medio de mis días agitados. Camina conmigo, Señor, y que cada paso sea guiado por Tu paz. Amén.

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