ABRIL 4


LA PALABRA DE DIOS

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe

EFESIOS 2: 8-10


8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;


9 no por obras, para que nadie se gloríe.


10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

REFLEXIÓN

En la ciudad de Éfeso, donde la riqueza del comercio y la diversidad de culturas marcaban la vida diaria, también reinaban la idolatría y la autosuficiencia espiritual. A los creyentes de ese lugar les escribió el apóstol Pablo esta joya de la gracia: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe… no por obras…” (Efesios 2:8-10). En un contexto donde los cultos exigían sacrificios humanos, rituales y esfuerzos para “agradar a los dioses”, este mensaje fue revolucionario: la salvación no se gana, se recibe. No se trata de hacer, sino de creer. No se trata de mérito, sino de misericordia.


Esta verdad sigue rompiendo esquemas hoy. En un mundo donde todo parece tener un precio y se mide por resultados, Dios nos recuerda que su amor no se compra ni se gana, sino que se acepta con manos vacías. No hay currículum espiritual que impresione a Dios. Nuestra mejor versión no es la que intenta agradarle con logros, sino la que se rinde y confía. Y, sin embargo, esta gracia no nos deja igual. No fuimos salvados solo del pecado, sino también para un propósito: vivir las buenas obras que Él diseñó desde antes que existiéramos.


Cada día es una invitación a caminar en esos planes divinos. No tenemos que inventar el camino, solo seguirlo. Él ya ha preparado las buenas obras: un acto de bondad, una palabra de aliento, un gesto de perdón, una oración sincera. Somos su obra maestra, formados en Cristo Jesús para reflejar su amor al mundo. Que no vivamos para ganarnos su favor, sino porque ya lo tenemos. Y que nuestras obras no sean moneda de cambio, sino respuesta de gratitud.


Señor amado, gracias por tu gracia que me alcanza sin que la merezca. Hoy reconozco que no hay nada que yo pueda hacer para ganarme tu amor, porque ya me lo diste todo en Jesús. Ayúdame a vivir cada día con la certeza de que soy tu hechura, tu obra amada, creada para caminar en los planes que preparaste para mí. Que mi fe se exprese en acciones de amor, no para impresionar, sino para glorificarte. En el nombre de Jesús, amén.

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