ABRIL 5


LA PALABRA DE DIOS

Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

JUAN 8: 31-32


31 Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos;


32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

REFLEXIÓN

En tiempos de Jesús, muchos judíos vivían bajo la opresión del Imperio Romano. Aunque eran celosos de la Ley, muchos confundían la libertad con una identidad nacional o una observancia externa. Fue en ese contexto que Jesús pronunció estas palabras: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. No hablaba de una liberación política, sino de una libertad mucho más profunda: la que rompe las cadenas del pecado, del miedo, del orgullo y del engaño.


Hoy también vivimos bajo presiones que nos esclavizan: expectativas sociales, heridas del pasado, temores del futuro o incluso nuestra autosuficiencia. Permanecer en la Palabra de Cristo no es simplemente leerla, sino dejar que transforme nuestra forma de pensar, de sentir y de vivir. Ser discípulo verdadero implica rendirse a su verdad, aún cuando esa verdad confronte nuestras ideas cómodas. La libertad que Jesús ofrece no depende de las circunstancias externas, sino del poder interior que da el Espíritu cuando vivimos arraigados en Él.


Conocer la verdad no es solo una experiencia intelectual; es un encuentro con la persona de Jesús, quien dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Esa verdad no solo informa: libera. Nos libera del peso de tener que controlarlo todo, de las mentiras que hemos creído sobre nosotros mismos, y de la desesperanza. Cuando permanecemos en Su palabra, descubrimos quiénes somos en Él, y esa verdad nos permite caminar con paz, aun en medio de los imperios que nos rodeen.


Señor Jesús, gracias por ofrecernos una libertad que el mundo no puede dar ni quitar. Enséñame a permanecer en tu Palabra cada día, a vivir como discípulo verdadero, sensible a tu verdad y dispuesto a ser transformado. Líbrame de las cadenas invisibles que me atan y ayúdame a caminar con la certeza de que Tú eres mi verdad y mi vida. Amén.

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